Asunción 3 de diciembre de 2019 (BASE-IS) El 3 de diciembre de cada año se recuerda el Día Mundial por el no Uso de Agrotóxicos es una conmemoración que fue establecida por las organizaciones miembros de la Red de Acción en Plaguicidas (PAN Internacional) en memoria de las víctimas de la tragedia de Bophal, India, ocurrida en 1984, debido al escape de 27 toneladas del gas tóxico metil isocianato, utilizado por la transnacional agroquímica Union Carbide para fabricar plaguicidas.
Según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) al año mueren 100.000 personas por el uso de pesticidas y unas 200.000 personas al año son intoxicadas de forma aguda por la utilización de los plaguicidas en la agricultura y ganadería, siendo muy vulnerables los niños. Diversas organizaciones advierten respecto a los daños causados por estos venenos utilizados en la agricultura extensiva, la Vía Campesina Internacional, principal agrupación de organizaciones campesinas a nivel global, señaló en un comunicado que “actualmente, existen pruebas concretas de las principales afectaciones causadas por el uso excesivo de agrotóxicos, tanto para quienes utilizan en la producción, y además para quienes consumen los alimentos contaminados”. Ante esta situación desde hace 6 años llevan adelante la Campaña Permanente contra los Agrotóxicos y en defensa de la vida, con la cuál se pretende concienciar respecto a los riesgos del uso de agrotóxicos y promover una salida alternativa basada en la agroecología campesina “como el modelo de producción de alimentos sanos, que garantiza la Soberanía Alimentaria y que antepone la defensa de la vida, por la sobrevivencia de la humanidad y de nuestro planeta común”.
Según datos revelados en el informe Con la Soja al cuello 2019, durante el año 2018 en Paraguay se importaron más de 59 mil toneladas de agrotóxicos, marcando un aumento del 13% respecto al año 2017, el aumento en la importación de plaguicidas ha crecido velozmente junto a la extensión de los cultivos transgénicos, principalmente soja, que ocupan más de 3.5 millones de hectáreas a nivel país. Entre los más peligrosos plaguicidas que continúan siendo utilizados en Paraguay se encuentra el Paraquat, prohibido en decenas de países, es uno de los principales desecantes utilizados por los grandes productores de soja transgénica; este veneno es potencialmente cancerígeno y tóxico para los seres humanos y para peces, aves y abejas.
El uso indiscriminado de agrotóxicos afecta gravemente a varios sectores de la población paraguaya entre ellas a niños y jóvenes que asisten a escuelas rurales de la región oriental; según un estudio realizado por la Alianza por el Cumplimiento Local de Leyes Ambientales, que analizó la realidad de 101 establecimientos educativos rurales la mitad de ellas se encuentran a menos de 100 metros de distancia de los cultivos que son fumigados con potentes plaguicidas, durante la época de fumigaciones los estudiantes y docentes sufren diversas dolencias como vómitos, mareos y dolores de cabeza, a consecuencia de la exposición a los venenos.
Mientras los grandes productores de cultivos transgénicos se niegan a respetar la legislación ambiental que establece restricciones básicas para proteger a la población de las fumigaciones con plaguicidas, el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas sentenció meses atrás al Estado paraguayo en el caso Rubén Portillo, un joven agricultor que habría fallecido en 2011 a causa de las fumigaciones masivas con agrotóxicos por parte de hacendados vecinos de la comunidad campesina Yeruti, en el Departamento de Canindeyú, según el Comité el Estado paraguayo es responsable de no haber tomado medidas para evitar que los sojeros respeten la legislación ambiental y cesen las fumigaciones contra la comunidad.
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