Asunción 16 de diciembre 2020 (BASE-IS) El monocultivo de eucalipto avanza en el territorio de la Comunidad Qom de Cerrito, ubicada en el Departamento de Presidente Hayes, a pesar de la oposición de parte de la comunidad la Fundación Paraguaya impulsa el proyecto de plantación de eucaliptos dentro de la comunidad. Es reflejo del avance del monocultivo de árboles un fenómeno que avanza a nivel nacional y que representa un nuevo riesgo para los territorios.
Según denuncia Bernarda Pesoa, lideresa Qom e integrante de la Organización de Mujeres Campesinas e Indígenas (CONAMURI), la Fundación Paraguaya sólo se apoya en algunos líderes que no representan a toda la comunidad y con el proyecto de la plantación de eucaliptos pone en riesgo un ecosistema sumamente frágil como el chaqueño. Señalaron que a pesar de la oposición al proyecto el monocultivo de eucalipto en la comunidad continúa.
Un grupo de organizaciones que acompañan la lucha de la Comunidad Qom de Cerrito denunciaron que esta práctica puede llevar a destruir el territorio indígena y señalaron que el monocultivo de eucalipto está arrasando con los bosques nativos en Paraguay. El pasado mes de octubre Bernarda y la organización CONAMURI habían denunciado el avance de este plan, tras la denuncia la referente de la comunidad fue agredida por hombres que trabajaban en la plantación de los eucaliptos.
En el Informe Con la Soja al Cuello 2020 se refleja que en el país, en el año 2019, el Instituto Forestal Nacional (INFONA) registró 176.775 ha de plantaciones forestales, unas 17.286,42 ha más con respecto al año 2018. Este avance se ha dado principalmente en la región oriental, sobre suelos fragilizados como Caazapá, Caaguazú y San pedro y, en menor medida, en las regiones típicas del agronegocio como Itapúa y Alto Paraná.
«El aumento de la apropiación de tierras para los monocultivos de árboles en los departamentos de mayor nivel de pobreza, intensifica las contradicciones del modelo. La larga duración del ciclo productivo de las plantaciones forestales, que se mide en años y no en zafras o estaciones, implica inversiones a largo plazo, que pueden congelarse durante una cierta cantidad de años, lo que prácticamente excluye la posibilidad de realizarse como agricultura campesina, quedando a cargo principalmente de empresas. Este esquema obliga a exprimir los recursos naturales e ignorar las necesidades de las poblaciones locales, y se tiene como consecuencia el crecimiento de la pobreza rural y el fortalecimiento de la desigual estructura de tenencia de la tierra» indica la investigadora Leticia Arrúa.
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