Breves reflexiones sobre las elecciones municipales del 7 de noviembre pasado

1. El primer hecho positivo y significativo es que el votante paraguayo está votando cada vez más con la cabeza. Al menos el votante colorado, que a la postre es quien define las elecciones. Cuando las promesas no se cumplen se sanciona al mentiroso. De ahí que los 200 y tantos miles de votos colorados que migraron a Lugo en el 2008 vuelvan a su cauce partidario natural. Esto al menos en Asunción y en buena medida también en CDE. Tabla síntesis con los resultados electorales

2. Un segundo elemento interesante es que las alianzas “electoreras” no funcionan, especialmente en caso de Asunción. El elector ya no es tan tonto de votar una empanada electoral en donde está la derecha (PPQ), la bolsa de gatos liberal, y la izquierda (FG). Esta última es la que pierde identidad por sus incomprensibles negociaciones primero con los liberales (flaca reminiscencia de lo que fue la APC) que durante dos años se pasaron aplicando la receta neoliberal y luego con PQ, rancios representantes de la más conservadora derecha del país. ¿Qué identidad progresista se puede tener acostados con esas dos fuerzas?

3. Pero por otro lado, las elecciones mostraron la dificultad de superar el bipartidismo, conste sin embargo, que esto no es tanto por la vigencia del “voto visceral” sino por el fracaso de la tercera vía que aparentemente abría la administración Lugo. Es como el refrán: “Más vale malo conocido que bueno por conocer”. El partido como refugio ante la incertidumbre y la decepción.

4. Las elecciones nos mostraron también que vamos camino al “que se vayan todos”: baja participación y sobre todo, indiferencia de los jóvenes. La política en nuestro país parece no entusiasmar, en todo caso fanatiza. No convoca, no tiene nada que ofrecer que sea distinto a lo ya conocido.

5. Muestra también que un núcleo canceroso de la endeble democracia electoral-representativa paraguaya es el TSJE. Una semana es más que suficiente para re imprimir no más de 400 mil boletas de voto para Asunción y repartirlas. Morales es sin duda un pirata electoral.

6. Las prácticas de corrupción pre electoral van a su vez cobrando auge, la venta de documentos tomó ya carta de ciudadanía. La financiación con plata mafiosa de algunos partidos no es cuestionada. ¿Simples lagunas jurídicas para penalizar obvios delitos, o complicidad de parlamentos desprestigiados? Me pregunto además, sólo el parlamento está desprestigiado, o también del mamarracho de democracia que se le ofrece al elector.

7. Salida de escena de UNACE y franco deterioro senil de PQ. No creo que sea casual que estos dos artefactos políticos de la derecha coincidan con el repunte –humildísimo por cierto- del progresismo en cuanto a los votos arduamente cosechados por el FG.

8. Ante este reality show electoral algunas moralejas:

8.1 ¿Podemos pedirle a la nueva generación de electores (18 a 30 años) que se movilicen políticamente en busca de alternativas cuando lo que apenas se le ofrece son alternancias que no producen cambio alguno?
8.2 ¿Tendrá en cuenta el partido colorado que su triunfo en algunas ciudades (nótese que ganó en Asunción, CDE y Encarnación fuertemente apoyados por Lugo que había prometido la recuperación de la soberanía nacional en las hidroeléctricas) es más resultado del castigo electoral a promesas incumplidas, que un avance electoral? Tendrán ellos en cuenta que la paliza electoral dirigida hoy a Lugo se les puede dar a ellos en el 2013 si no hacen un buen papel? Personalmente creo que no son tontos.
8.3 Las ficciones aliancistas cuando no se basan en proyectos o programas se encuentran al parecer en decadencia.

9 .La ciudadanía aparentemente desmovilizada es más el producto que la causa de la corrosión desvergonzada de las supuestas democracias que nos (des) gobiernan. Cuando haya motivos para adoptar un comportamiento político activo, participativo, estoy seguro que el pueblo paraguayo y sobre todo su juventud se va a movilizar, pero no podemos pedirle a la gente que se entusiasme, que se politice, que se movilice cuando los nombres que ofrecen los menús partidarios son los de figuras ampliamente conocidas por su corrupción, su dudoso pasado, su ideología fosilizada. La gente se va a politizar cuando lo que se le ofrezca sean alternativas y no meras alternancias intrascendentes.

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