El hijo de dos años de Rubén Portillo, fallecido el 7 de enero pasado tras presentar cuadros de intoxicación, suele tener fiebre cada tanto y un cuñado suyo, Ceferino Bordón, bajó 15 kilos luego de la intoxicación generalizada de enero; tiene insomnio y sigue sufriendo asfixia repentina y dolor de cabeza. Incluso sus familiares creen que quedó con stress y pánico desde la tragedia.
No es para menos, en la cena de fin de año, el 1º enero, Rubén cenó y compartió unas cervezas con todos nosotros; el 7 de enero ya estaba muerto. Es triste, explicó Ruperto Bordón, suegro del fallecido. Así trata de explicarse el estado de su hijo Ceferino, de 18 años.
Además de sufrir la pérdida de su yerno Rubén y de tener que contener a su hija Isabel y su nietecito, don Ruperto Bordón acompañó la internación de tres hijos suyos: José, Ignacio y Ceferino, en el Centro de Salud de Curuguaty. Los sometieron a estudios laboratoriales de sangre, orina y materia fecal, y a los dos últimos le hicieron radiografías del pulmón.
Al ver la placa de Ignacio, el encargado del estudio dijo que se veía en los pulmones la presencia de una especie de humo, aparentemente de las fumigaciones, explica don Bordón. La de Ceferino se perdió en el Centro Médico. Cuando don Bordón fue a buscarla, le dijeron simplemente no está, puede que se la haya llevado el doctor. Él calcula que la misma probablemente mostraba un resultado alarmante.
En estos tres meses, Ignacio se repuso, pero Ceferino sigue teniendo problemas de salud, por lo que tuvieron que sacarlo de su casa en Yerutí y enviarlo a vivir con un tío en San Lorenzo. Estuvo internado una semana durante enero, al final los médicos le dieron de alta sin decirle nada. Según su padre, le dieron calmantes. Tras realizar los estudios a los tres hermanos Bordón, nadie comunicó los resultados a la familia.
Los Bordón viven a 700 metros de donde vivía Rubén Portillo en Yerutí. El sojal más cercano queda a 400 metros y con las fumigaciones, era imposible estar en el lugar, dijo don Ruperto. Ni si entrás en la pieza te librás, remató.
A pesar de la pérdida de una vida, de 22 vecinos intoxicados y de otras personas con síntomas preocupantes, el Ministerio de Salud y sus organismos no aplicaron el principio precautorio, y las familias de Yerutí siguen desprotegidas en su derecho a la salud y al ambiente saludable. Todo esto, aún cuando el Senave y la Seam detectaron un catálogo de violaciones ambientales de al menos seis explotaciones de soja del lugar.
FOTO: La casa de la familia Portillo es la más cercana al Arroyo Kuairû, de la cual toma agua el sistema de riego artificial de la Estancia Cóndor