El “modelo paraguayo” a contramano de los aprendizajes internacionales

LECCIONES APRENDIDAS SOBRE LAS CAUSAS DEL HAMBRE Y LA DESNUTRICIÓN

El Prof. Olivier De Schutter, Relator de las Naciones Unidas sobre el Derecho a la Alimentación, ha señalado algunos de los aprendizajes logrados por la comunidad internacional en los últimos años respecto de los factores que contribuyen al hambre y la desnutrición, entre los que se encuentran:

-La falta de una regulación adecuada de la cadena alimenticia,
-Los sistemas in-equitativos de comercio internacional,
-Los mercados no regulados que no garantizan precios justos
-Las inversiones agrícolas dirigidas insuficiente o inadecuadamente
-La especulación en los mercados a futuro de insumos agrícolas.
-El incremento de los sistemas duales de producción agrícola, bajo los cuales los pequeños productores/as campesinos/as tienen dificultades para sobrevivir de la agricultura.

Es llamativo que en Paraguay persista la des-regulación extrema y la ausencia del Estado en materia de abastecimiento adecuado de alimentos a nivel nacional; de combate a los monopolios y oligopolios comerciales (como vimos en el número anterior respecto de las grandes cadenas supermercadistas) y de garantía a la población campesina e indígena de acceso a recursos suficientes para producir alimentos y vivir con dignidad.

Paraguay tuvo el mayor crecimiento porcentual en producción de carne a nivel regional en la última década. Pasó de exportar productos pecuarios por un valor de 42.9 millones de dólares en 1995, a exportarlos por valor de 418 millones de dólares en 2006. Sin embargo, el consumo (por persona) de carne en el país (cifra que además implica un cálculo promedio que no muestra las diferencias de consumo entre estratos sociales) pasó de 77 kilos de carne anual en 1995, a 32 kilos en 2005; por mucho el mayor índice de reducción en América Latina.

¿Por qué ocurre esto? Se produce mucha más carne, pero queda mucho menos carne para el consumo de la población paraguaya

Si se comparan las cifras del año 2003 con las actuales se observa que, de los bovinos faenados en el país en el 2003, la carne de 337 mil se destinó a exportación (60.2%), y la de 222 mil quedó para el consumo interno (39.7%). En 2009, en cambio, se faenaron más de 1 millón cien mil bovinos para exportación (97%), y tan sólo 36 mil quedaron para el consumo interno (2.9%). Ante la total des-regulación estatal es posible encontrarse, por ejemplo, que en los cuatro primeros meses del 2010 sólo el 1.2% de la carne bovina faenada quedó para el consumo interno de la población en Paraguay (474 mil bovinos faenados exportados, frente a 6 mil para el consumo interno).

El Estado en vez de discutir con el empresariado mecanismos para garantizar una cantidad adecuada de carne para el consumo nacional que la haga accesible a toda la población paraguaya, a través de la Mesa de la Carne, impulsada por la Red de Inversiones y Exportaciones (Rediex), hizo públicas sus metas hasta el 2014: exportar carne bovina por valor de 850 millones de dólares, lo que equivaldría prácticamente a duplicar los valores de exportación actuales. Se exacerbaría de este modo el ya intenso proceso de expulsión de familias rurales y de concentración de tierras para destinarlas a la reproducción de ganado con destino al mercado exterior.

Se produce más soja para exportación, y menos frutas, hortalizas y granos para consumo nacional

Tomando como ejemplo lo ocurrido con el tomate y el poroto: la producción nacional anual de tomates fue de 53 mil toneladas en 1989, y de sólo 36 mil toneladas en 2009; pese a que la población creció en dos millones de personas aproximadamente. Algo similar ocurrió, por ejemplo, con el poroto, de 55 mil toneladas producidas en 1989, se bajó a 44 mil toneladas en 2008.

La Dirección de Comercialización del MAG publicaba que de los productos agrícolas ingresados entre 2004 y 2008 reportados por la Dirección de Abastecimiento de la Municipalidad de Asunción, el 49% del tomate era de origen extranjero, así como el 70% de la cebolla, el 82% del locote, el 98% de la papa y el 100% del ajo.

*Boletín Soberanía Alimentaria y Vida Digna

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