Asunción 12 de mayo de 2021 (BASE-IS) Un nuevo informe especial elaborado por las investigadoras Los García y Sarah Zevaco aborda el impacto del complejo sojero sobre el empleo rural en Paraguay. Los datos arrojados por el informe son contundentes, el empleo agrícola es cada vez más escaso y precarizado.
«La producción sojera es cada vez más dependiente de capital e insumos externos, con escasa incorporación de trabajo humano, muy baja participación de los salarios en los ingresos totales, creciente concentración de la tierra, la producción, las exportaciones y las ganancias, casi nula industrialización y bajos aportes al Estado. A eso se suma el impacto en el mercado de tierras y la contribución a la expulsión de la población rural, y el resultado es una realidad en la que las riquezas y los recursos, lejos de distribuirse, se concentran cada vez más» señala Lis García, una de las autoras del material.
Según los datos relevados la tasa del empleo total de la agricultura pasó del 33,9% en el año 2000 al 26,14 en el 2012 y al 18,72 en el 2019; el boom de la soja transgénica destruyó miles de empleos agrícolas en el país.
Lejos de las bonanzas que cuentan los gremios del extractivismo el modelo de agronegocios tampoco ha logrado que las grandes corporaciones transnacionales del sector generen empleo en Paraguay, apenas el 0,04% de la fuerza de trabajo está empleada por las principales corporaciones del complejo sojero.
«Los beneficios de la buena salud del sector sojero no favorecen a las comunidades y precarizan al campesinado, tanto por el acaparamiento de tierra como por la casi nula generación de empleo: la concentración de riqueza (tierra y capital financiero) alcanza niveles tales, que es generadora de pobreza para el país en su conjunto» concluye el material.
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