Asunción 2 de abril 2024 (BASE-IS) El gobierno dio a conocer las cifras de la Encuesta Permanente de Hogares respecto a la pobreza y la pobreza extrema, ambas mediciones presentaron una baja “significativa” según los voceros gubernamentales; lo concreto es que 22,7% de los paraguayos y paraguayas viven en situación de pobreza, y 4,9% lo hacen en situación de pobreza extrema.
Ante estas cifras es fundamental reflexionar respecto a los límites estructurales del modelo de crecimiento económico basado en el agronegocio. Un modelo que desde hace más de 20 años ha tenido un apoyo sostenido por parte del Estado – nulos controles al impacto ambiental, construcción con fondos públicos de obras que benefician al sector, liberación de semilas transgénicas y agrotóxicos, acceso a créditos, etc.- y no ha encontrado ningún tipo de trabas para su avance tanto en lo territorial como en su peso dentro de la economía nacional.
A pesar de todas estas ventajas el modelo de agronegocios no ha logrado llevar los porcentajes de población en situación de pobreza a niveles aceptables para un país con una inmensa riqueza natural y que exporta comoditis por miles de millones de dólares al año. A estos límites propios del modelo se suma su alta dependencia al clima en un mundo golpeado por una crisis climática de proporciones, esto significa que de un momento a otro, por fenómenos climáticos extremos cada vez más frecuentes la situación económica del país pueda verse seriamente comprometida y con una escasa capacidad de sobreponerse.
Al respecto, en Con la Soja al Cuello 20221 la economista Sarah Zevaco señala “Si bien la pobreza fue disminuyendo en los últimos veinte años, las limitaciones del modelo son obvias . No tuvo el efecto derrame que se suponía iba a tener el crecimiento económico, dejando a una parte importante de la población en condiciones de pobreza multidimensional y monetaria, porque estructuralmente no garantiza la sostenibilidad del crecimiento a largo plazo, con ingresos laborales suficientes para que la población mejore sus condiciones sociales, y para que el Estado cuente con recursos genuinos para implementar las políticas públicas que garanticen los derechos”
Además la investigadora indica que claramente el modelo de desarrollo vía el crecimiento del agronegocio, no beneficia a la gran mayoría de la población paraguaya. “Un 25 a 30% claramente padece de sus efectos, con la imposibilidad del acceso a sus derechos, incluyendo el derecho a la alimentación”. Como conclusión Zevaco indica que el modelo de producción basado en los agronegocios es estructuralmente desigual y dependiente, agregando que “las correcciones que podrían aportarse al sistema –en cuanto a impuestos, por ejemplo– son necesarias y urgentes, tan urgentes como la construcción de otro modelo, como es el planteado por las y los campesinos, de soberanía alimentaria”
Al abordar los límites propios del modelo de crecimiento basado en el agronegocio Verónica Serafini, economista y analista, indica que “el crecimiento económico puede beneficiar a la población por dos vías. La primera es la vía del mercado de trabajo. Es de esperar que cuando la economía crece, se generen empleos de calidad –niveles de ingresos dignos, seguridad social, sindicalización, diálogos tripartitos, conciliación con la vida familiar–. Sin embargo, el modelo de crecimiento basado en el agronegocio no generó los empleos necesarios en cantidad y calidad, ni los ingresos laborales adecuados para mantener una familia de manera digna. Durante más de 20 años este modelo se mantuvo sin cambios, mientras que la sociedad evolucionaba en sus necesidades y aspiraciones y con derechos sin garantizarse”.2
Serafini indica que la segunda vía por la que el crecimiento económico contribuye a la reducción de la pobreza multidimensional es a través de la generación de recursos tributarios para financiar las políticas necesarias. “La presión tributaria no solo es baja –en el orden del 10%– sino injusta, ya que el 80% de las recaudaciones proviene de impuestos indirectos, que además le otorga a productores de soja el beneficio del 5% del IVA hasta la reforma de 2018, mientras que el IVA general era del 10%”.
Como conclusión Serafini señala la necesidad de realizar transformaciones estructurales del modelo productivo, “no solo por la necesidad de garantizar la sostenibilidad del crecimiento a largo plazo, sino también para aumentar su retorno en el empleo y las recaudaciones tributarias. De esta manera, las familias contarían con ingresos laborales suficientes para mejorar sus condiciones sociales y el Estado con recursos genuinos para implementar las políticas públicas que garanticen los derechos”.
1https://www.baseis.org.py/wp-content/uploads/2022/11/Sojaalcuello2022-interactivo.pdf
2https://www.baseis.org.py/wp-content/uploads/2021/11/Sojaalcuello2021-WEB.pdf
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