Desde el 23 de octubre del año 2008, 559 personas han participado en la protesta «Desalojo de campesinos en Paraguay».
La zona rural del Este de Paraguay era una zona de bosque, poblada por pequeños campesinos, con escuelas y diferentes ecosistemas biodiversos. Hoy en día es un desierto verde de soja. Las familias, los árboles y los pájaros se han ido. Las escuelas están vacías. El aire está lleno de pesticidas como el paraquat y el 2,4-D que se utilizan para fumigar los cultivos de soja.
Los remanentes de bosque atlántico de Paraguay y de bosque del Alto Paraná, así como los humedales, pastizales y ríos han sido destruidos e invadidos por la soja. La deforestación está acelerando el calentamiento global y causando problemas severos de calentamiento y sequía regional, que contribuyeron el año pasado a la peor temporada de incendios que se recuerda en Paraguay y probablemente a la grave sequía que está afectando actualmente al sur del país. Más de 100.000 familias de campesinos son desplazados por las plantaciones de soja y más de 100 líderes campesinos han sido asesinados desde finales de los años 90 en conflictos por acceso a la tierra. Las fumigaciones de las plantaciones de soja con agroquímicos causan enfermedades y en algunos casos la muerte a las poblaciones. Hambre y malnutrición se están incrementando, a medida que hay cada vez menos tierras disponibles para que los campesinos siembren alimentos.
En agosto de este año, un nuevo gobierno ha asumido la presidencia, y el nuevo presidente, Fernando Lugo, ha prometido apoyar a los pequeños campesinos en contra de la expansión de la soja y de los envenenamientos por pesticidas. Pero las señales dadas por el gobierno han sido confusas, al estar favoreciendo al mismo tiempo el incremento de las exportaciones de soja. También la policía e instancias judiciales favorecen el agronegocio de la soja, reprimiendo al movimiento campesino que protesta por las fumigaciones y la expansión de los monocultivos.
Este mes de octubre, al comienzo de la nueva temporada de siembra de la soja, las organizaciones de pequeños campesinos se han movilizado para intentar detener las fumigaciones y para intentar proteger la agricultura de subsistencia y el medio ambiente en contra de mayores destrucciones. Los campesinos han establecido cerca de 130 campamentos legales en las márgenes de latifundios y plantaciones de soja. Durante las pasadas semanas, han estado siendo sometidos a violencia creciente, y dos dirigentes campesinos han sido asesinados, habiendo además arrestos y detenciones ilegales y expulsiones violentas de los campamentos, por parte de un número creciente de paramilitares conjunto a policías. Muchos líderes campesinos están recibiendo amenazas de muerte. Las comisiones de seguridad ciudadana que el antiguo gobierno instaló, las llamadas Comisiones Garrote que son los principales ejecutores de la violencia contra las organizaciones.
Hay un alto riesgo de que la violencia y la represión en contra del movimiento campesino continúen creciendo. Desde los sectores campesinos muchos ven este año como la última oportunidad para detener la expansión de la soja y para proteger lo poco que queda de los bosques y humedales paraguayos, de la agricultura campesina sostenible y para asegurar el futuro de pequeños campesinos e indígenas.
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