Asunción, 20 de julio 2021 (BASE-IS) El pasado martes 13 de julio un obrero que trabajaba en la construcción de la llamada Ruta Bioceánica murió calcinado tras el incendio del campamento donde los obreros descansan y pasan las noche. Se trata de Delio Antonio Mendoza Delvalle, uno de los 300 trabajadores que se encuentran en la zona de Carmelo Peralta, departamento de Alto Paraguay, trabajando para el Consorcio del Corredor Vial Bioceánico integrado por las empresas Brasileñas y Paraguayas, Queiroz Galvão SA y Ocho A.
La muerte de este obrero pasó prácticamente desapercibida para los grandes medios de comunicación, sin embargo, es sólo una llamada más de atención respecto a las graves condiciones en las que se lleva adelante una mega-obra que apunta a responder, casi exclusivamente, a los intereses de las grandes corporaciones del extractivismo.
Al respecto el Trabajador Social e Investigador Abel Irala señaló que “la obra de la ruta bioceánica es la obra cumbre del agronegocio internacional porque atraviesa al Chaco paraguayo con el objeto de convertirse en una canal de conexión entre los puertos en del Atlántico y el Pacífico, se trata de un corredor económico y logístico que traerá enormes beneficios para las grandes empresas, no se trata una forma de conectividad o integración entre los pueblos, al contrario, se trata de asegurar la movilización de productos y mercancías que son extraídos de los territorios, en muchos casos violentando los derechos de comunidades campesinos e indígenas”.
La construcción de la obra se inició en el año 2019, el Estado paraguayo asumió una deuda de 746 millones de dólares con el Banco UBS Securities LLC de Estados Unidos para poder pagarla. El gobierno actual de Abdo Benítez, buscó varias formas de convencer sobre la importancia de la ruta, entre sus argumentos colocó siempre la generación de fuentes de trabajo, en promedio más de mil obreros de distintas partes trabajan duramente para el avance de la obra que el gobierno usa constantemente como propaganda.
“Se conoce muy poco sobre las condiciones de trabajo en las que se encuentran los/as trabajadores/as, no existe control estatal sobre este aspecto, el trabajo en la obra no se detiene, no se ha detenido ni en la fase más dura de la cuarentena, se trabaja 12 horas de corrido o más, hasta en horas de la noche según los obreros, quienes habían realizado una huelga en febrero del 20202 indica Irala. Ya en aquel momento los obreros habían denunciado la muerte de un trabajador que recibió una descarga eléctrica, de nombre Donato Coronel de 60 años.
Según entrevistas realizadas a miembros de Pueblos Indígenas que habitan en la zona de la Bioceánica, la construcción de esta mega obra se da en el marco de una falta de respeto a sus derechos, “Los compañeros líderes están molestos, no hay cosas buenas para nosotros, ven con preocupación que la obra avanza, pero los acuerdos se estancaron o no se cumplieron: ellos se comprometieron a varias cosas con nosotros, y no se está cumpliendo, el tema de asegurar nuestra propiedad con linderos que cubran nuestros territorios, eso dejaron incompleto, duele decir esto, pero creo que nos han engañado porque la ruta se está yendo, se va alejando poco a poco de nosotros y no cumplen con sus promesas, ya pasaron dos años” había señalado uno de los indígenas del Pueblo Ayoreo que fuera entrevistado para el artículo Opiniones indígenas sobre el Corredor Bioceánico publicado en el Libro Con la Soja al Cuello 2020.
Durante las entrevistas también habían señalado que las condiciones laborales que sufrían los obreros, entre ellos algunos provenientes de comunidades indígenas de la zona, eran pésimas “Trabajan muchas horas y reciben bajo salario, no se le tiene en cuenta las horas extras, al principio protestaron, pero hasta ahora siguen con ese problema y no saben a quién recurrir, se sienten algo explotados por la empresa y algunos no figuraban en el IPS a pesar de que se les descontó” habían señalado.
Los Ayoreo denuncian también que con la Ruta Bioceánica su territorio ha quedado más expuesto, la tala masiva de árboles y la caza furtiva han sido inconvenientes que se profundizaron desde el inicio de la mega obra “hay agresión, no físicamente, pero sí a nuestros bosques, a nuestros territorios, ya que no se respeta como se dijo que se iba a respetar” señaló uno de los referentes del pueblo. Al mismo tiempo los líderes manifestaron su preocupación por la exposición de las familias indígenas a diversas formas de explotación, como la trata de personas, explotación sexual y otros, Estos factores representan una constante amenaza a la vida, costumbres y cultura de los pueblos Ayoreo, que ante el avasallamiento del «polo de desarrollo» no encuentran respuestas en las autoridades nacionales.
Te invitamos a leer el informe Opiniones indígenas sobre el Corredor Bioceánico publicado en el Libro Con la Soja al Cuello 2020
Dejá un comentario