A pocas semanas de asumir su cargo al frente de la FAO, el brasileño Graziano Da Silva fustigó el posicionamiento de los movimientos que reivindican la agricultura campesina como alternativa ambiental y socialmente sustentable al agronegocio capitalista. En entrevista con Radio Mundo Real Horacio Martins Carvalho, de La Vía Campesina Brasil, rebate el discurso de Da Silva.
En una entrevista concedida a la agencia noticiosa Inter Press Service (IPS), Da Silva, quien asumirá el 1º de enero el cargo como Secretario General de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), tildó de actitud paralizante a La Vía Campesina Internacional.
Desafortunadamente, algunos movimientos sociales tienen un punto de vista perjudicial para ellos mismos y, en cierta medida paralizante (al defender) la idea de que la agricultura familiar y el agronegocio son excluyentes, competidores, dijo Da Silva agrónomo y economista de profesión.
Tomando en cuenta la experiencia del Programa Hambre Cero aplicado bajo su conducción en Brasil durante el gobierno de Luiz Inácio Lula Da Silva, el futuro responsable de la FAO señala que el problema del hambre a nivel global debe basarse en el agronegocio empresario ya que invertir en el combate al hambre es un buen negocio, con excelentes ganancias.
En réplica, Martins Carvalho comenzó diciendo que Da Silva siempre ha defendido el agronegocio y el gran capital conduciendo la agricultura a través de posiciones intelectuales coherentes con ese posicionamiento, que lo han llevado a ocupar el cargo en la FAO.
Por lo tanto sus declaraciones son muy limpias en cuanto a defender ese compromiso con el gran capital internacional, quizá con algún matiz hacia el capital nacional, pero eso en todo caso es un detalle. Él no ve la lucha de clases como un principio de la sociedad, sino que está a favor de la conciliación de clases en la cual los gobiernos sirven para hacer políticas de apoyo a ese capital multinacional y nacional, en particular en el campo y para el ejercicio de políticas sociales que reduzcan la pobreza y la miseria pero manteniendo la dominación del capital, explicó Martins Carvalho desde Curitiba, Estado de Paraná, al sur de Brasil.
Señaló que en la actualidad la alimentación es un sistema de dominación del gran capital sobre las poblaciones dado que existen unas 500 empresas que dominan la alimentación y la agricultura mundial. A pesar de ello, mil millones de personas son reconocidas como hambrientas, aunque la superación de esta situación -desde la lógica de Da Silva y de la FAO- implica un mayor sometimiento aún a la mercantilización de la tierra, el agua, las semillas y la industria alimentaria.
Reducir la pobreza significa que las personas que tengan hambre coman un poco. Por ejemplo si se quiere ayudar a Somalia a reducir el hambre, siempre desde la perspectiva del capital que defiende Da Silva, se comprarán los alimentos en el mercado y, consecuentemente, se estarán beneficiando las mismas multinacionales que son las que tienen el control del mercado mundial de alimentos, dijo Martins.
Para el teórico brasileño, esto hace reproducir en la base una inmensa contradicción en que para salir del hambre se debe subordinar al capital transnacional.
En la entrevista con IPS, Da Silva afirmó que una enorme parte de la agricultura familiar hoy está involucrada con la cadena de abastecimientos del agronegocio. No hay manera de evitar moverse en esa dirección. Es por ello que la idea de combatir ese modelo tiene un efecto paralizante. Para los agricultores familiares tendría mayor sentido luchar por el desarrollo de mercados locales donde se demandan alimentos frescos que no pueden ser comercializados en el mercado internacional.
Vacío teórico
El campesinado como clase social en construcción, negadora del capital, portador de otro modelo de sociedad, requiere una elaboración teórica a la interna de la propia izquierda y de los movimientos sociales, reclama Martins Carvalho en otro tramo de la entrevista.
La perspectiva defendida por Da Silva profundizaría la presión hacia la concentración y el acaparamiento de tierras y de producción de alimentos, precisamente en el sentido contrario al defendido por los movimientos campesinos en todo el planeta, quienes sostienen que la agricultura de pequeña escala, familiar, agroecológica, es la única alternativa de generación de empleo, enfriamiento global y respeto al Derecho a la Alimentación reconocido como derecho humano.
Defender la agroecología como una alternativa productiva, sin negar el capital, no es una alternativa real al actual modelo productivo, no es solución.
Cuando Graziano habla de un efecto paralizante del movimiento campesino, lo hace sin tener en cuenta la necesidad de esa concepción de negación al sistema capitalista. Los campesinos y la izquierda debemos elaborar esa propuesta de negación y superación del sistema capitalista en el campo. Lamentablemente de eso no se habla, tenemos un vacío teórico, necesitamos teorizar un socialismo para el campo, de lo contrario la agricultura campesina contemporánea no va a subsistir. Hay varias cosas que aún no se discuten pero que debemos tener claro en la perspectiva. Sin ese marco teórico, ¿cómo vamos a dialogar con los campesinos?, ¿cómo vamos a plantearnos alianzas con los obreros de la ciudad?, ¿cómo vamos a definir una táctica y acumular fuerzas?, se interrogó Horacio.
Da Silva asumirá su sillón en la FAO el 1º de enero próximo aunque su presentación pública será en una conferencia sobre reforma agraria y desarrollo rural en la ciudad argentina de Mar del Plata prevista para el mes de marzo.
FOTO: Horacio Martins Carvalho y Perla Álvarez (CONAMURI), durante el seminario sobre Soberanía Alimentaria y Derecho a la Alimentación, realizado en Asunción el 28 y 29 de noviembre últimos.