Eduardo Gudynas, uno de los teóricos regionales del post-extractivismo, da conferencia esta tarde en el Rectorado de la Universidad Nacional de Asunción (UNA)
Asunción, 6 de julio de 2017 (BASE -IS) Desde las 18 horas de hoy el docente e investigador uruguayo dará la conferencia “Extractivismo y post-extractivismo” en el rectorado de la UNA, ubicado en la avenida España 1.098. Es como parte de nuestro ciclo de encuentros «Alternativas desde América Latina»
Proveniente del Centro Latino Americano de Ecología Social de Montevideo, Gudynas conversó con el equipo de Base Investigaciones Sociales (BASE -IS) sobre el modelo productivo extractivista y sus controversiales relaciones con los gobiernos, las comunidades y las sociedades, temas que abordará en su conferencia.
“Lo que ustedes llamarían un impuesto a la soja, podría ser en realidad, dicho con más rigurosidad, una tasa para recuperar el subsidio que la sociedad le da a la soja”, opinó sobre el debate que se da en Paraguay en estos momentos sobre el impuesto a la exportación de granos de soja, un cultivo que para él no reporta probablemente ganancias a los países, porque dentro de sus costos no se incluyen sus impactos sociales y ambientales.
Para el investigador, una de las alternativas a este modelo es el post-extractivismo, que a partir de una profunda caracterización de la realidad actual, busca desmontar el extractivismo a partir de una “batería” de medidas concretas y eficientes, entrelazadas entre sí:
¿Que es el extractivismo y qué influencia tiene en las personas?
Los extractivismos son una forma de apropiación de los recursos naturales que están caracterizados, por un lado, por ser una remoción de grandes volúmenes o con muy alta intensidad en esos volúmenes (por lo tanto con grandes impactos) y por el otro lado, cuyo destino principal son las exportaciones.
Es específicamente que sobre todo se exporta , es para satisfacer la demanda de consumo de otras regiones. Por lo tanto, hay también otras actividades de alto impacto ambiental o social, que son de uso dentro del país, y no cumplen con esta definición de extractivismo. Esta es una distinción importante de tener presente.
Por el otro lado, los extractivismos son plurales, por ejemplo en los países andinos, esa exportación de recursos naturales sobre todo en minería o hidrocarburo, pero sobre la vertiente atlántica del continente, uno de los principales extractivismos está asociado al monocultivo de exportación, y el ejemplo más conocido es la soja.
¿Cuáles son los efectos de esto en todos nosotros? Hay efectos locales, para aquellas comunidades, personas, agricultores, campesinos, que viven en los sitios donde se llevan adelante estos emprendimientos, que van desde la deforestatación, el reemplazo de estrategias agrícolas diversificadas pro el monocultivo y los efectos negativos sobre la salud y el ambiente de todo el paquete tecnológico de esos monocultivos, como el uso de agroquímicos, que contamina suelos, agua y aire.
Luego en paralelo hay otras consecuencias, que a veces pasan desapercibidas, pero que nosotros llamamos mucho la atención, que son los llamados efectos derrame. Que son aquellas modificaciones que hace un Estado para atraer la inversión extractivista. Entonces estas modificaciones son por ejemplo, rebajar las exigencias ambientales o tolerar mayores impactos, dar concesiones de deforestación o concesiones mineras o petroleras o anular el acceso a la información y a la participación ciudadana.
Estos son medidas que se hacen para favorecer a uno o dos proyectos, pero cuya consecuencia se derrama a todo el territorio. Porque cuando yo bajo los requisitos ambientales, lo bajo en todo el país. Por eso es efecto derrame, se derrama en todo el territorio y se derrama en todos los sectores, más allá incluso de los sectores que se quiere favorece.
Históricamente desde la conquista hubo explotaciones, se extraían recursos y se exportaban. ¿Qué diferencia hay con lo que se hace hoy?
Cuando se exportaba…cumple con la definición de extractivismo. De hecho, los extractivismos ahora los dividimos en generaciones, de acuerdo a la relación que hay entre cuánto recurso natural extraigo/cosecho y cuánta energía/mano de obra/insumos tengo que poner.
Entonces si tengo esto en mente, puedo dividirlos en extractivismos de primera generación, donde sobre todo era la fuerza de la mano de obra humana; los extractivismos de segunda generación, que eran típicos del siglo XIX con una tecnología mínima; y lo que nosotros tenemos ahora en casi todos nuestros países son extractivismos de tercera generación, cuyos ejemplos son la megaminería.
Entonces por ejemplo, la megaminería… sí, extrae muchas toneladas de minerales, pero desperdicia proporcionalmente mucho más y el consumo de energía que yo uso para extraer una tonelada de mineral es muchísimo más alto.
Lo mismo sucede con los monocultivos, y eso pasa desapercibido, hay algunos rindes de monocultivo que son aparentemente bastante altos. Pero si yo le resto la cantidad de energía que tengo que aplicarle en los manejos de los tractores, la cosechadora, la sembradora, las aplicadoras, el manejo de energía que le agrego a través de los agroquímicos, riego, etc…entonces por lo tanto yo invierto mucha energía, para extraer esas toneladas. Por lo tanto, en los extractivismos de tercera generación, el rendimiento neto, sorpresivamente, es menor. Yo tengo mayores cosechas pero tengo que invertir mucha más energía, químicos, herbicidas, derivados del petróleo para lograr esa cosecha.
Y luego hay extractivismos de cuarta generación, el ejemplo es el fracking o fractura hidráulica de gas, como ocurre al Sur de Argentina, donde ahí sí…el fracking está en un balance donde para extraer un barril de petróleo yo casi invierto casi un barril de petróleo equivalente a energía.
¿Cómo se reponen nuestros pueblos a esto…?
Hay de todo. Y la situación es bastante más compleja. Sin duda los extractivismos llegan con promesas de beneficios para todos y también promesas de que los impactos ambientales o no existen o se pueden manejar. Ahora, a medida que han avanzado se acumula evidencia abrumadora de que eso no es verdad. Entonces están todos los testimonios de los contaminados, por ejemplo, por los agroquímicos. O toda la evidencia de los que tienen afectación en su salud por los derivados de los productos que se usan en la minería oe n zonas tropicales, los que perdieron el acceso al agua potable porque está contaminada por los derivados del petróleo.
Entonces, las comunidades locales cada vez tienen más claro que esto le genera más impactos. Ahora, la situación se hace nuevamente más compleja, porque tanto los gobiernos progresistas como los gobiernos conservadores, dicen “tenemos que hacer extractivismo”. Y lo que ellos plantean de diferentes maneras es cómo repartir la riqueza económica que darían estos emprendimientos.
Entonces, por ejemplo, en el caso de los gobiernos progresistas que en los últimos años introdujeron un nuevo tipo de discusión, ellos dicen “bueno, vamos a llevar esto adelante con una mayor intervención del Estado”. Puede ser con una mayor presencia de empresas públicas, como ocurre por ejemplo en el sector petrolero o porque yo le intento cobrar más impuestos.
Y esto tiene una nueva oleada de efectos sobre las comunidades locales, porque hay comunidades locales que dice “bueno, si van a ganar plata, denme una porción de la torta”. Entonces se genera otro tipo de discusión, todavía más compleja donde hay comunidades que están discutiendo varias cosas a la vez, que pasan desapercibidas y se confundes. Porque hay algunos que quieren el extractivismo de acuerdo a la cantidad de dinero que yo pueda obtener. Entonces si me me traspasan dinero o yo participo de la cadena o me hago socio, por ejemplo del sojero, lo tolero. Después tenés otros que discuten la presencia del Estado, entonces el Estado llega a prácticas extrañas donde dice “bueno, te contaminamos pero te pagamos”.
Y después finalmente tenés un grupo de actores locales que nosotros vemos en América del Sur, que son sobre todo mujeres, que dicen “no, nosotros no queremos el extractivismo aunque nos paguen y aunque nos paguen mucho, porque el efecto sobre el ambiente y sobre la salud y sobre nuestros cuerpos es altísimo”.
Entonces hay que tener una cierta precaución, en los conflictos en torno al extractivismo están todos estos entreverados y hay que hilar muy fino y con mucho cuidado para saber entender esta pluralidad que ocurre en muchos sitios.
¿Por qué las mujeres son las que tienen ese discurso más exigente?
Los varones, parece ser que son más fácilmente sobornables con dinero.
Usted visita Paraguay cuando se debate un impuesto a la exportación de soja ¿cómo ve este tipo de medidas en ese debate total que comenta?
De nuevo, hay que tener precaución, es un debate que tiene que llevar adelante ustedes, pero sabiendo los pro y los contra de la medida.
Por un lado, sin duda el cultivo de soja es un cultivo que de hecho no reporta probablemente ganancias al país, haciendo una cuenta neta. Porque nadie resta en esa contabilidad sus impactos: por pérdida de patrimonio natural, por utilización de recursos naturales y por afectación a la salud humana. O sea, de hecho, cuando se mira con rigurosidad este sector, es un sector que tiene enormes subsidios. Entonces, realmente, lo que ustedes llamarían un impuesto a la soja, podría ser en realidad, dicho con más rigurosidad, una tasa para recuperar el subsidio que la sociedad le da a la soja.
Ahora, cuando se ha aplicado esa tasa, que el ejemplo que tenemos es Argentina, y de nuevo, los gobiernos son pícaros y son complicados, entonces el gobierno de Néstor y Cristina Kirchner no utilizaban el dinero de las retenciones a la soja para hacer una restitución, sea a las comunidades locales o sea al patrimonio natural, sino utilizaban el dinero como si fuera un impuesto común, para las arcas del Tesoro, y una vez que entra en el presupuesto nacional, uno le pierde la pista a ese dinero. Y puede ser usado en cualquier cosa: puede ser usado para algún fin positivo como contruir una carretera o puede ser usado para contratar a 15 amigos de asesores en algún ministerio. Entonces, la otra parte de la tributación a la soja es cómo se va a usar ese dinero, qué candados, qué rutas se van a imponer para no desvirtuar.
Porque puede llegarse a la paradoja de que al Estado le encante tributar a la soja, porque es un rubro de recaudación fiscal, y siga despilfarrando el dinero en el gasto público de manera ineficiente.
Y dando un avance más, viendo, por ejemplo lo que ha sucedido en Bolivia y también en Argentina, se la extraña paradoja de que se utilizan esos dineros para subsidiar más extractivismo. Por ejemplo, en el presupuesto de inversiones del gobierno boliviano, más de la mitad de las inversiones estatales van para subvencionar extractivismo minero y petrolero. Entonces, por un lado, todo el dinero que se recauda en minería e hidrocarburos, se pierde mucho más en subvencionar al propio sector. Y el principal subsidiador de esos emprendimientos es el propio Estado, ni siquiera es el capital privado.
Entonces hay que tener muchos cuidados de qué hacer y qué no hacer seria y profunda.
¿Qué es el post-extractivismo, es la superación del extractivismo, es una alternativa…?
El post-extractivismo, la propuesta que nosotros estamos defendiendo, implica pensar cómo salir de la adicción del extractivismo. Como dejar ser exportadores de materias primas. Entonces tiene un objetivo ambicioso.
Por otro lado, tiene un espíritu de precaución y humildad, porque los extractivismos están profundamente arraigados no solo en las estructuras político-partidarias, porque por eso los gobiernos progresistas y conservadores son todos extractivistas -ha habido extractivismo por derecha y por izquierda- sino porque está arraigado culturalmente.
Para que me entiendan mejor aquí, ir a decirle a un país como Perú o como Chile, donde ellos están convencidos que son un país minero…decirles “ustedes tienen un futuro sin ser mineros”, suena raro. Entonces lo smismo sucede en Argentina, ir a decirle a los argentinos “ustedes pueden tener un futuro sin depender de la exportación de soja”, par aun país que tiene una cultura de la agricultura, del chacarero, de la tierra, etc implica una cierta ruptura con cierta cultura y mitos culturales muy arraigados.
Entonces eso nos obliga a ir despacio. Por lo tanto, el post-extractivismo son transiciones para ir despacio desmontando esos mitos, con un tercer componente: presentar las medidas más rigurosas, concretas y efectivas posibles. Porque desde el mundo de las onegés y movimientos sociales todos compartimos los grandes titulares. “Vamos a acabar con la pobreza”. Y sí, todo el mundo está de acuerdo, hasta los sectores conservadores van a estar de acuerdo. Pero después cuando se le pregunta a muchos de mis amigos “¿Pero bueno, usted cómo va a acabar con la pobreza, cuál es su medida económica concreta?”, y muchas veces ahí se trastrabillan. Y eso explica por qué muchas propuestas no tienen mayor adhesión, porque la rigurosidad de cómo se va a aplicar, la gente ve que no está muy clara. Eso a la gente, a la opinión pública le da cierto temor, y dice “Yo no me voy meter en esta locura; sigamos con lo que veníamos haciendo”.
Entonces el tercer componente del pos-extractivismo son medidas efectivas para desmontar -con reformas tributarias, reformas económicas, ordenamiento territorial…medidas muy concretas- la adicción en materias primas.
Entonces, por lo tanto, para el caso de los monocultivos en Paraguay, serían una batería de medidas que tienen que ir entrelazadas unas con otras. Por un lado, está claro que se necesita un tipo de tasa, no un impuesto, sino una tasa para recuperar lo que pierde la nación por los monocultivos. En paralelo tiene que haber un rectificación por los precios de la soja. Es decir, el precio de la soja tiene que incluir esos costos por el daño social, ambiental, el uso de la tierra, etc…que no están incorporados. Por lo tanto, va a ser mucho más cara e implica que probablemente van a vender menos. Que es lo que nosotros queremos, queremos que vendan menos soja. Por lo tanto van a decir “pero eso va a tener un impacto muy fuerte en las cuentas públicas”. Y entonces les vamos a responder “pero si yo examino las cuentas públicas de los gobiernos, lo que nos encontramos en todos los casos es que los gobiernos tienen plata, pero usan la plata para sostener extractivismo o utilizando mal el gasto público”.
Por lo tanto, un componente muy importante en el post-extractivismo es un análisis fino del gasto estatal y reasignar ese dinero que se perdía alrededor de los sectores extractivos, para fortalecer, por ejemplo, diversificaciones productivas en el sector agrícola.
Eso va incluir otro tipo de relaciones con los países vecinos, no una relación tipo libre comercio, pero tampoco una relación del Mercosur fallido, que no ha funcionado. Entonces, en el post-extarctivismo, ustedes en vez de exportar toneladas de soja paras importarse un auto chino, lo que nosotros proponemos es construyamos un auto del Mercosur, pero no bajo la idea de Brasil o de Argentina, donde ellos hacen el auto. Entonces nosotros le vendemos materia prima y ellos nos envían el auto ya armado. No, queremos un auto donde Paraguay, Uruguay…otros países, otras economías más pequeñas, participen de la cadena industrial. Un auto donde el cigüeñal, los pistones se fabriquen en Paraguay.
Damos un paso más y nosotros estamos en una estrategia post-extarctivista, por lo tanto nuestra idea probablemente no sea fabricar autos, sino sea fabricar transporte público y desalentar el uso del automóvil privado, por sus efectos en el consumo de petróleo, en el cambio climático en la congestión urbana, etc.
Entonces, este pequeño ejemplo que le estoy dando ilustra cómo se encadena las medidas y cómo avanzamos paso a paso para ir demostrando los extractivismos.
FOTO: Servindi
MÁS INFORMACIONES: Guillermo Ortega, al 0971 21 29 21.
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