Organizaciones campesinas, plataformas ciudadanas y ONGs del Cono Sur y Alemania se encontraron en la Cumbre de los Pueblos contra la OMC para evaluar los impactos generados por el modelo de agricultura empresarial sobre los pueblos del Cono Sur de las Américas.
En el año 1996 se aprobó por primera vez en Argentina y Uruguay el cultivo de un Organismo Genéticamente Modificado (OGM), la soja transgénica resistente al glifosato iniciándose así su cultivo en el Cono Sur. Los transgénicos se fueron extendiendo, primero ilegalmente y luego con la venia de los gobiernos, a Brasil y Paraguay. Este territorio se convirtió en lo que las propias multinacionales del agronegocio denominaron la «República Unida de la Soja».
En el centro de este territorio se encuentra Paraguay, donde su población campesina todavía representa cerca del 40%, sin embargo sólo en la última década más de un millón de campesinos han sido expulsados de sus tierras por el agronegocio, realidad que también afecta a las comunidades indígenas. El agronegocio se ha devorado más del 90% de las tierras productivas, destruyendo el hábitat natural de estos pueblos con la deforestación y las fumigaciones que hacen imposible que las familias campesinas puedan vivir y producir. Quienes aún se animan a resistir son desalojados por policías y parapoliciales.
En la Argentina, 14 millones personas viven en miles de comunidades que se han autodenominado ‘pueblos fumigados’ y donde, entre otros problemas de salud, los casos de cáncer alcanzan a triplicar la media nacional del país. Son estos vecinos y vecinas quienes se han organizado, movilizado y demandado respuestas a los políticos y generado cientos de propuestas para enfrentar la problemática. Hoy Argentina tiene 44 eventos transgénicos aprobados y el agronegocio ocupa ya el 75% de la superficie cultivable, lo que ha aumentado la dependencia alimentaria y el consumo de alimentos ultra procesados generando grandes problemas de salud vinculados a la malnutrición y la obesidad.
Brasil también sufre los efectos de la expansión del agronegocio. Es el mayor mercado global de agrotóxicos, y el uso masivo de agrotóxicos equivale a 7,36 litros por persona por año. Los ataques y la criminalización de organizaciones y movimientos son otras de las grandes amenazas del agronegocio contra las luchas de los pueblos. En 2016 fueron documentados 1536 conflictos por la tierra.
También en Uruguay, con casi el 10% de su territorio total ocupado por la soja cada verano, y cerca de un millón de hectáreas de monocultivos de eucaliptos y pinos, la extranjerización del territorio y la concentración de tierras y riquezas se hace sentir con fuerza. Entre el año 2000 y el 2011 desaparecieron el 40% de las unidades productivas menores a 20 hectáreas lo que muestra el acelerado proceso de desaparición de la agricultura familiar. En ese país el uso de agrotóxicos se multiplicó por más de seis en el período en que se dio el crecimiento más acentuado del cultivo de soja que llevó a que el área de agricultura se multiplicara por cuatro.
De esta manera en toda la región nos encontramos con la mayor superficie mundial cultivada con soja transgénica abarcando una superficie de alrededor de 57 millones de hectáreas fumigadas con millones de litros de glifosato y otros herbicidas, además de insecticidas y fungicidas.
Como puede verse, la introducción de los transgénicos en estos territorios no sólo no ha cumplido con sus promesas de acabar con el hambre y de usar cada vez menos venenos agrícolas, por el contrario han significado una catástrofe socio-ambiental y ha generado graves daños a la salud y la economía de estos pueblos.
MEGA-FUSIONES: EL CAPITAL SE CONCENTRA.
Mientras esto sucede en Sudamérica en los centros de poder las mega-corporaciones siguen avanzando. Seis corporaciones del agronegocio se están fusionando, convirtiéndose en tres mega-corporaciones que controlarán la mayor parte del mercado mundial de semillas comerciales, transgénicos y agrotóxicos. Éstas mega-fusiones tienen la capacidad de impulsar a escala mundial el modelo agroindustrial y profundizar la privatización en la agricultura, afectando a pequeños agricultores, indígenas y consumidores.
La última de estas mega fusiones, que aún está en marcha, es la compra de la multinacional estadounidense Monsanto por Bayer, una multinacional alemana. Esta nueva corporación controlará el 27% del mercado de semillas comerciales y el 30% del mercado de agrotóxicos. Las apuestas de la mega-empresa apuntan a la biotecnología, la edición genética y la agricultura digital, nuevas formas que aumentan el control tecnológico sobre la agricultura. Esta concentración extrema pone a la alimentación de toda la humanidad en manos de un puñado de empresas que no buscan producir alimentos, sino que han convertido a los mismos en mercancías y cuyo único objetivo es incrementar sus ganancias.
ALTERNATIVAS EXISTEN
En los territorios la disputa entre el agronegocio y los campesinos y campesinas se da día tras día, mientras las corporaciones apuestan a instalarse con el apoyo de los gobiernos, campesinas y campesinos resisten cultivando y produciendo alimentos saludables de forma sustentable y agroecológica.
Los millones de campesinas y campesinos que continúan produciendo alimentos en todo el Cono Sur demuestran que es posible seguir produciendo con una lógica diferente a la planteada por las transnacionales del agronegocio. También las redes campo-ciudad se fortalecen y cada vez más son los casos donde agricultores y consumidores se dan la mano para continuar permitiendo que cerca del 70% de los alimentos que consume el mundo sean producidos por las redes campesinas.
A nivel internacional hay dos procesos muy importantes. Por un lado organizaciones campesinas a nivel global han impulsado el proyecto de reconocimiento de los Derechos de las Poblaciones Campesinas, que se continuará debatiendo en Mayo de 2018 en las Naciones Unidas. También se debate un Tratado Vinculante de las Naciones Unidas para Empresas Transnacionales en material de Derechos Humanos, una herramienta que ayudaría a poner coto a las prácticas abusivas de las corporaciones del agronegocio.
Los participantes de este seminario estamos convencidos que poner un límite al avance del agronegocio en el Cono Sur y frenar las megafusiones corporativas es un desafío que redundará en una mejor alimentación para todos los pueblos en el Sur y el Norte de nuestro planeta.
Organizaciones, plataformas, institutos y redes participantes:
Acción por la Biodiversidad
BASE-IS (Base Investigaciones Sociales)
CONAMURI (Organización de Mujeres Campesinas e Indígenas)
Ñamoseke Monsanto
FIAN Brasil
REDAF (Red Agroforestal Chaco Argentina)
Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria (Calisa) – Escuela de Nutrición- Universidad de Buenos Aires
Instituto de Salud Socioambiental – Universidad Nac. de Rosario
INCUPO (Instituto de Cultura Popular)
MISEREOR
REDES (AT)
ECOS Saladillo
Instituto Agroecológico Latinoamericano – Guarani (IALA Guaraní)
Organización de Lucha por la Tierra (OLT Paraguay)
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