Asunción 25 de marzo 2024 (BASE-IS) La XXX Marcha Campesina fue nuevamente un hito en el ámbito social y político del país; más alla de los reclamos puntuales del campesinado respecto al acceso a la tierra y la necesidad de políticas de apoyo a la producción campesina, el llamado a la unidad y la movilización contra las políticas avasalladoras del gobierno cartista de Santiago Peña despertó renovadas esperanzas en los sectores sociales y populares que acompañaron la movilización.
En las cuadras que atravesó la tradicional marcha los campesinos y campesinas debieron soportar calor, viento y una torrencial lluvia, casi como una metáfora de las penurias que soporta el campesinado golpeado por el modelo de agronegocios, que acapara tierras, envenena comunidades y expulsa campesinos e indígenas, sumado a los embates de la crisis climática y a las políticas gubernamentales de abandono a la agricultura campesina y persecución a los luchadores por la tierra.
Estos fueron los elementos fundamentales de denuncia que levantó la FNC en materia de reclamos gremiales del campesinado; sin embargo, la marcha fue mucho más que eso, fue un punto de reencuentro de luchadores y luchadoras sociales, de dirigentes, y referentes del campo y la ciudad que demuestran que más allá de la abrumadora hegemonía cartista en el campo institucional, y de la capacidad de las élites de instalar sus discursos como hegemónicos también en el ámbito de la opinión pública; sigue existiendo un movimiento alternativo, que aún diezmado muestra deseos de rearticularse para defender los derechos sociales y continuar exigiendo políticas que permitan un mejor vivir para la población.
La lucha contra el modelo de agronegocios, que deja a más de 300 mil familias campesinas sin tierra en el país y que empuja a las familias paraguayas a un alto nivel de dependencia alimentaria será un eje fundamental para confrontar con el gobierno Peña y su proyecto de perpetuar un Paraguay que base su economía en la exportación de comoditis, la concentración de riqueza en pocas manos y un mínimo de asistencialismo social para algunos sectores vulnerables.
“La unidad contra todas las injusticias” fue el mensaje central de la jornada que congregó, además de la fuerza campesina, a indígenas, estudiantes, trabajadores y a organizaciones de Derechos Humanos que sumaron sus voces y su caminar para dar fuerza a los reclamos. Lo que se viene todavía está por verse, pero se puede decir, sin lugar a dudas, que la Marcha Campesina buscó ser el punto de partida de la resistencia organizada contra el modelo de Cartes.
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