La reforma agraria integral como elemento central de la lucha contra la crisis climática.

Asunción, 29 de noviembre 2023 (BASE-IS) En el tercer día de nuestra Semana contra la Crisis Climática, abordamos la relación entre el histórico reclamo campesino de una Reforma Agraria Integral y su vinculación con la Crísis Climática, como elemento superador de la misma. A continuación compartimos algunas reflexiones sobre por qué luchar por una Reforma Agraria Integral en Paraguay es tambien luchar contra la Crisis Climática y en defensa del ambiente.

La crisis climática afecta directamente las condiciones de vida de la población, como ocurre con las familias desalojadas y expulsadas de sus territorios a consecuencia del aumento de inundaciones (tanto en intensidad como en frecuencia). Asimismo, evidencia la extrema precariedad de todo el sistema económico con nuestras vidas, en su día a día. Todos estos aspectos relacionados a la planificación urbana y rural, tienen un papel sumamente importante en lo que a adaptación y mitigación de fenómenos climáticos se refiere, teniendo en cuenta que son indicadores ambientales que hacen posible una mayor resiliencia a eventos extremos, como ser las olas de calor y las inundaciones.

El aspecto multicausal directamente vinculado con el modelo de producción de esta crisis hace mucho más complicada la búsqueda de alternativas, más aun cuando los principales recursos naturales en términos de adaptación climática (el agua, la tierra y los bosques), fueron despojados de la sociedad por intereses privados y particulares. Tomando en cuenta este aspecto sumamente importante, es donde se hace necesario visibilizar el aspecto “transicional” de cualquier tipo de búsqueda de alternativa. No existe ni va a existir una “receta” ni tampoco “una solución” única que funcione a rajatablas en cualquier tipo de contexto. Mucho menos en lo que se refiere a una crisis de tan gran envergadura como lo es la crisis climática.

Dicho de otro modo, para poder ubicar al Paraguay en un contexto de salida de esta crisis, será estrictamente necesario pensar en etapas, cada una de ellas con un objetivo claro y conciso, pero definitivamente de manera gradual. Es por eso que un “programa de transiciones” es y será una tarea clave.

Los recursos que se necesitan para abandonar el alto nivel de explotación de combustibles fósiles y prepararse para las difíciles condiciones meteorológicas que se avecinan, podrían disminuir las brechas de desigualdad al proporcionar servicios que hoy son más caros de lo que deberían, como ser la electricidad, el agua potable o un transporte público barato y eficiente. Es por esta sencilla razón que la “justicia climática” hoy en día es una propuesta movilizadora de distintos grupos, movimientos sociales y partidos políticos, preocupados por la crisis climática, quienes entre sus reivindicaciones plantean la reconstrucción y la reactivación de las economías locales, además de recuperar nuestras democracias de la influencia de las grandes empresas.

La crisis climática y sus consecuencias para la mayoría de la población reflejan los límites del actual modo de producción– podría constituir una oportunidad de articulación de una gran diversidad de organizaciones sociales y políticas, que se constituyan en un movimiento que entrelace todas sus manifestaciones y apunte a las causas de las mismas, tejiendo entre ellos un relato coherente sobre cómo proteger a la humanidad de un sistema económico salvajemente injusto y de un sistema climático desestabilizado. De lo contrario, serán las corporaciones quienes impondrán sus falsas soluciones.

La problemática de la desigualdad extrema en lo que a tenencia de tierras se refiere, tiene una estrecha relación en el planteamiento de las “falsas soluciones”, así como también con el actual deterioro ambiental que sufre el país. Si el Paraguay es uno de los países con mayor índice de deforestación en la región, es sencillamente porque existe un pequeño grupo de personas con la mayor cantidad de tierras cultivables.

Es por esta sencilla razón que para poder “transicionar” hacia un Paraguay climáticamente sostenible, indefectiblemente es necesario ubicar a la reforma agraria como uno de los puntos principales a tener en cuenta.

La necesidad de una “Reforma Agraria Integral (RAI)” en el Paraguay de hoy

La Reforma Agraria “es un proceso de transformación y modificación de la estructura agraria actual (minifundio – latifundio) en el cual necesariamente deben darse cambios en el régimen de la tenencia y propiedad de la tierra, donde se adopten políticas integrales tendientes a mejorar las condiciones de vida de los campesinos y las campesinas, y sentar las bases para aumentar y hacer más eficiente el proceso productivo” (Martens, Palau y Riquelme, 2010).

Lo que se conoce como “tierras malhabidas” en Paraguay que son más de 7 millones de hectáreas entregadas de forma irregular e ilegal a personas y empresas que no son sujetos de la reforma agraria, entre 1954 y 2003 puede constituir el primer paso para la democratización de la tierra, para la lucha contra con la corrupción y la impunidad, puede ser la puerta de entrada para la transformación de una estructura agraria injusta. Pero desde que la Comisión de Verdad y Justicia (CVJ) publicó su informe detallado al respecto en el 2008, ningún gobierno ha demostrado la voluntad política de sanear la problemática de la tierra.

Hasta el momento, en el país no se ha realizado la reforma agraria porque la tierra es el principal factor de producción y quienes se benefician del modelo de desarrollo actual (basado en la ganadería y en grandes extensiones de cultivos de soja y otros rubros del agronegocio) pretenden que la misma siga concentrada en pocas manos, es decir, que no se afecten sus intereses. Cuanto más concentrada sea la propiedad de la tierra, mayor es la riqueza que genera.

Queda claro que una reforma en el acceso a la tierra es urgente, pero por sí sola no asegura vías de salida a la dependencia extractivista y sus impactos. Por esta razón, los post extractivismos apuntan tanto a la propiedad como al acceso a los recursos, y las vías por las cuales éstos se insertan en cadenas productivas (Gudynas, 2017).

El Paraguay es un país cuya principal riqueza son las condiciones ambientales óptimas para la agricultura, por lo que no va haber mejores condiciones de vida si no hay un desarrollo rural justo y equitativo. Pero un desarrollo rural sustentable no es el crecimiento de los monocultivos, la soja por ejemplo, que beneficia solo a unos pocos (Rojas, L. 2009).

Quien controla la tierra, controla el poder

La posesión de la tierra en el Paraguay fue siempre un símbolo de status, de nivel, de prestigio, de poder, además por supuesto de ser una fuente de enriquecimiento. Por esto, es un tema principalmente político. Quien controla la tierra, controla la producción y la generación de riqueza; si está en pocas manos, este poder se vuelve elitista y no democrático. Lo que está en juego con la reforma agraria es la misma democracia, es decir, un régimen donde el poder económico esté concentrado en pocas manos o un sistema político donde el poder esté distribuido de la manera más pluralista posible. El acceso y control de la tierra como mecanismo de producción y generación de riqueza, es uno de los principales medios de concentrar o distribuir el poder económico en el Paraguay. Y esto se perpetua hasta hoy día

Acorde a los datos del CAN (2022) las fincas mayores a 1.000 hectáreas (ha) son solo el 1,6% del total, pero concentran el 77% de las tierras. Es decir, 4.524 grandes fincas acaparan 23,4 millones de ha. En contrapartida las fincas de hasta 20 ha, mayormente campesinas, son el 82% (239.679 unidades), y solo acceden al 4,2% de las tierras (1,2 millones de ha). (Heñoi, 2023).

Otro obstáculo es el modelo agroexportador que hoy está vigente en la región, que no es ni sustentable económicamente –ya que acelera la dependencia de insumos importados y crea importantes déficits en la balanza comercial del país– ni socialmente incluyente, ya que expulsa población del campo y no requiere de mano de obra, ni respetuoso del ambiente –produciendo deforestación, desertificación, contaminación de cursos de agua y otros perjuicios–. El modelo de desarrollo empresarial está centrado en el agronegocio, y la tierra al igual que otros bienes de la naturaleza, cumple una función de simple mercancía. Necesita utilizar cada vez mayor cantidad de insumos químicos para mantener la misma productividad, destruyendo los recursos naturales debido principalmente a la pérdida de la fertilidad natural de los suelos, lo que está conduciendo a la naturaleza al límite de su capacidad, de ahí su insustentabilidad ambiental.

En ese aspecto, cabe mencionar que Los cultivos mecanizados de exportación aumentaron, mientras los cultivos de alimentos en fincas campesinas disminuyeron. Los rubros empresariales (soja, maíz modificado, arroz, trigo, etc.) ocupan el 95% de la superficie cultivada, mientras los campesinos e indígenas (maíces nativos, porotos, mandioca, maní, etc.), solo el 5%. (Heñoi, 2023).

El agronegocio se expandió en los últimos años. El principal cultivo mecanizado, la soja transgénica, tuvo una crecimiento de más de un millón de ha, llegando a 3,5 millones. También tuvieron expansión el maíz modificado, llegando a 1,1 millón de ha, el trigo llegó a casi medio millón. El rubro que más creció porcentualmente fue el arroz con riego, con un 507% de aumento, llegando a 205 mil ha.  (Heñoi, 2023).

La población rural residente en las fincas cayó radicalmente, en 40%: pasó de 1.077.589 personas en el 2008 a solo 646.112 en el 2022, es decir, 431 mil personas dejaron el campo. Evidencia el desarraigo, expulsión y migración resultantes del modelo agroexportador que creció, y de las políticas del Estado. Hombres y mujeres cayeron en un 39%. (Heñoi, 2023).

Desigualdad en términos de propiedad de la tierra es sinónimo de desigualdad climática y ambiental.

La responsabilidad de esta gran problemática no necesariamente recae en la gran mayoría de la población. Más bien todo lo contrario, el hecho de que estemos como estamos es a consecuencia de unos pocos.

OXFAM, (2020) 1 menciona que a nivel global El 1 % más rico (77 millones de personas) fue responsable del 16 % del total de emisiones según sus hábitos de consumo en 2019, una cifra mayor que la totalidad de las emisiones generadas por desplazamientos en coche y el transporte por carretera. El 10 % más rico generó la mitad (50 %) de las emisiones totales. 

Por otro lado, el mismo informe menciona que persona perteneciente al 99 % más pobre de la humanidad tardaría alrededor de 1500 años en generar las emisiones que los milmillonarios más ricos producen en un año.  En comparación con la mitad más pobre de la humanidad, desde la década de 1990, el 1 % más rico ha consumido el doble de carbono disponible para emitir sin provocar un aumento de la temperatura global superior al límite seguro de 1,5 °C. 

Si extrapolamos este análisis en desde una mirada paraguaya, nos daremos cuenta de que la realidad no es tan distinta.

Fuente: MADES, 2022.

El gráfico anterior visibiliza la manera en la cual el Paraguay emite gases de efecto invernadero (GEI). El 41% de lo que emite proviene del sector UTCUTS (deforestación), el 40 % de la agricultura y la ganadería. El resto de las industrias (IPPU), la generación de energía y los residuos.

¿Qué en realidad nos dice este gráfico? Que toda la emisión de gases proviene casi en la totalidad de un solo sector. De la producción de agricultura y ganadería extensiva.
Aquí es necesario recordar que la mayoría de la deforestación que ocurre en nuestro país es justamente para la agricultura y ganadería extensiva. Por ende, no se puede analizar la emisión de GEI de ambos sectores por separado.

La pregunta más importante en este caso es ¿quién deforesta? ¿Quién en realidad ejecuta la agricultura y la ganadería extensiva en el Paraguay?. Y es bastante sencillo……Las pocas personas que tienen mucha extensión de tierra.

Dicho de otro modo, el Paraguay a pesar de su tamaño y cantidad de habitantes, tiene una contribución de GEI bastante más elevada que países de mayor tamaño y con mayor cantidad de habitantes, tanto a nivel per cápita como en porcentaje total, estando entre los primeros lugares a nivel continental. Este elevado porcentaje de contaminación de gases está estrictamente relacionado al cambio de uso de suelo y a la agricultura. que, como se observa en el gráfico anterior, ambos sectores tienen el mayor porcentaje histórico de contribución de gases a nivel nacional. Es decir, la contribución de gases de efecto invernadero se encuentra extremadamente concentrada en manos de un solo sector de la economía a nivel país.

Si Paraguay se encuentra liderando los rankings de contaminación de Gases a nivel continental, es a consecuencia de la lógica de producción agropecuaria en el país. Acorde al MADES (2022), la producción de energía, las industrias y los residuos apenas llegan al 15 % del total de emisión de GEI

La concentración de la contaminación de GEI a nivel país, está concentrada en un solo sector. Este sector a su vez está concentrado en manos de unas pocas familias que como se menciona en el párrafo anterior son dueñas de la mayor cantidad de tierras en el país .Si se tiene eso en cuenta al momento de analizar la elevada producción de GEI per cápita del Paraguay, y el porcentaje total de GEI del país a nivel Sudamérica, se puede deducir que este nivel de polución se encuentra, condensado y reducido a un pequeño sector de la sociedad paraguaya.

Es por esta sencilla razón, que una reforma agraria integral y popular se convierte en una reivindicación tan importante a nivel climático.

Las bases de la reforma agraria integral.

No hay duda que la principal restricción para encarar la RA en el país, es de naturaleza política. La tierra sigue siendo símbolo de prestigio social, acumulación de riqueza y poder político. Se trata pues de cambiar la actual estructura de tenencia de la tierra, principalmente reduciendo la extraordinaria concentración de la misma en pocas manos, encontrando para ello mecanismos legales, administrativos y económicos que permitan el acceso a la tierra por parte de mayorías campesinas que están siendo expulsadas de sus lugares de origen en el campo. Como es natural, esta tarea requiere de una fuerte organización de los sectores sociales afectados y el avance en la capacidad de lograr políticas favorables e inclusivas desde el Estado.

La única respuesta acorde a la gravedad de la situación es encarar de manera decidida un proceso de RA con promoción del desarrollo rural sustentable basado principalmente en la agricultura familiar de base campesina.

De acuerdo a Martens, Palau y Riquelme (2010) las bases sobre las que descansa esta propuesta de RAI, son las siguientes:

-Estructura y formas de tenencia de la tierra democratizada -Apoyo a la agricultura campesina y a la soberanía alimentaria -Industrialización de materias primas para dar valor agregado a la producción agrícola

– Estado con papel activo, dinamizador y regulador; y de incentivo a otros actores públicos –municipios, gobernaciones, universidades, etc.

y privados, enfocados en el desarrollo rural, con producción basada en la organización de pequeños productores/as (cooperativa y/o colectiva)

– Producción rural diversificada y económica, ecológica y culturalmente sustentable

– Financiación de la agricultura campesina

1 https://www.oxfam.org/es/notas-prensa/el-1-mas-rico-contamina-tanto-como-los-dos-tercios-mas-pobres-de-la-humanidad

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