Asunción 24 de junio 2024 (BASE-IS) En un auditorio colmado por jóvenes y adultos campesinos e indígenas, luchadores, y luchadoras cuyas figuras contrastaban con la tímida y acartonada presencia de autoridades estatales se llevó adelante el pedido de disculpas por parte del Estado a familiares de Eulalio Blanco y a Ernesto Benítez, dirigentes campesinos víctimas de la represión estatal.
Blanco, fue asesinado por la acción militar-policial en la misma manifestación en que detuvieron y torturaron a Ernesto, tras más de dos décadas y obligado por una sentencia internacional el Estado reconoció su responsabilidad y pidió disculpas por estos hechos.
Cristina Coronel, representante de la Coordinadora de Derechos Humanos del Paraguay (CODEHUPY), organización que impulsó ambos casos ante el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, señaló que para que esté pedido de disculpas tenga un sentido real, se deben asegurar los derechos de las comunidades campesinas que resisten al avance del agronegocio, además de garantizar el fin de la criminalización de la que siguen siendo víctimas los sectores sociales que expresan sus reclamos. «Las organizaciones campesinas han hecho mucho más por la recuperación de las tierras malhabidas y por la reforma agraria que el propio Estado, que solo ha respondido con violencia y represión» expresó emocionada Coronel.
Las palabras del representante de la familia de Eulalio fueron breves y emotivas, como casi toda la ceremonia realizada en el Instituto Superior de Educación Policial. «Quiero pedirle a las autoridades que se ocupen de los problemas de los campesinos, es la única forma de que esto no vuelva a pasar» dijo Agripino Agüero, representante de la familia Blanco.
Tras el protocolo de rigor y el segundo discurso del Ministro del Interior Riera pidiendo disculpas, fue momento de que Ernesto Benítez diera sus palabras.
Sereno, pausado, con la voz quebrada pero con su habitual firmeza, Ernesto, fue acompañado de un pequeño alumno de la Escuela José Gaspar Rodríguez de Francia, de Tava Guaraní y por la promotora de salud de la comunidad, quien mostró a los presentes la camisa que llevaba Ernesto aquel día, marcada por las balas y la represión.
«Las marcas de la violencia del Estado quedaron marcadas en mi cuerpo, soy la radiografía de un pueblo que lucha» señaló Ernesto. Con profunda convicción defendió la mirada campesina e indígena sobre la tierra y el territorio, una mirada que es distinta a la del agronegocio. «Nosotros somos parte de la tierra, parte de la naturaleza, no podemos ser dueños de ella» indicó.
Tras un repaso inequívoco a las reivindicaciones históricas de todos los sectores sociales del país indicó que la lucha, su lucha y la de todo el pueblo, continuará siendo por la defensa de naturalezay de la tierra, del amor y la libertad, en fin, de la vida.
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