Asunción 21 de Abril 2021 (BASE-IS) La Organización Meteorológica Mundial (OMM) emitió días atras un informe sobre el estado del clima a nivel mundial en el 2020, el material documenta varios indicadores climáticos a nivel global como ser las concentraciones de gases de efecto invernadero, el incremento de las temperaturas terrestres y oceánicas, el aumento del nivel del mar, el derretimiento del hielo, el retroceso de los glaciares y los fenómenos meteorológicos extremos. Según el informe aún con la Pandemia de la Covid-19 y las medidas de aislamiento social, se registraron aumentos en las concentraciones de Gases de Efecto Invernadero.
El documento de la OMM indica que el 2020 fue uno de los tres años más cálidos de los que se tiene constancia, a pesar del fenómeno de enfriamiento de La Niña. La temperatura media mundial fue de aproximadamente 1,2 °C superior a los niveles preindustriales (1850-1900). Los seis años transcurridos desde 2015 son los más cálidos de los que se tienen datos. La década de 2011 a 2020 fue la más cálida jamás registrada.
Según cita el material el ciclón Harold, que azotó Fiji, las Islas Salomón, Tonga y Vanuatu, y fue una de las tormentas más fuertes jamás registradas en el Pacífico Sur, provocó aproximadamente 99 500 desplazamientos. Las cuarentenas y los confinamientos establecidos a causa de la COVID-19 obstaculizaron las operaciones de respuesta y recuperación, lo cual demoró el suministro de equipos y asistencia.
Respecto a la Región Suramericana se indica que una grave sequía azotó numerosas partes del interior de América del Sur, donde las zonas más afectadas fueron el norte de la Argentina, el Paraguay y las zonas fronterizas occidentales del Brasil. Se estima que en el Brasil las pérdidas agrícolas ascendieron a casi 3 000 millones de dólares, también se registraron pérdidas en la Argentina, Uruguay y Paraguay.
Continuando con la recopilación de fenómenos meteorológicos extremos se indica que en Estados Unidos, los más grandes incendios jamás registrados se desataron a finales del verano y en otoño. La sequía generalizada contribuyó a los incendios, y el período de julio a septiembre fue el más caluroso y seco observado en el suroeste. El Valle de la Muerte (California) alcanzó 54,4 °C el 16 de agosto, la temperatura más alta de la que se tiene conocimiento en el mundo en, al menos, los últimos 80 años.
La pandemia de la Covid-19 como consecuencia directa de la crisis climática.
La altísima tasa de deforestación a nivel global, más allá de ser uno de los principales contribuyentes a la contribución de gases de efecto invernadero (según la FAO, solo en América Latina el 70% de la deforestación se debe a la agricultura extensiva) tiene relación directa con la expansión de distintos tipos de enfermedades. Según el informe de la OMM “En 2020, la COVID-19 sumó una nueva y lamentable dimensión a los peligros relacionados con el tiempo, el clima y el agua, con un amplio abanico de impactos combinados en la salud y el bienestar de los seres humanos. Las restricciones de circulación, la contracción de la economía y las perturbaciones en el sector agrícola exacerbaron los efectos de los fenómenos meteorológicos y climáticos extremos a lo largo de toda la cadena de suministro de alimentos, lo cual incrementó los niveles de inseguridad alimentaria y retrasó la entrega de asistencia humanitaria”
Por otro lado, según la “Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja” “más de 50 millones de personas se vieron doblemente afectadas en 2020 por los desastres relacionados con el clima (crecidas, sequías y tormentas) y por la pandemia de la COVID-19. Esta situación ha agravado la inseguridad alimentaria y ha sumado otra dimensión de riesgo a las operaciones de evacuación, recuperación y socorro vinculadas con fenómenos de efectos devastadores”
Los efectos de la pandemia de COVID-19 perjudicaron a los sistemas agrícolas y alimentarios, lo que se tradujo en una inversión de las trayectorias de desarrollo y un retraso del crecimiento económico. En 2020, la pandemia afectó en forma directa a la oferta y la demanda de alimentos, lo que ocasionó perturbaciones en las cadenas de suministro locales, nacionales y mundiales, y puso en riesgo el acceso a los insumos, recursos y servicios agrícolas necesarios para respaldar la productividad agrícola y velar por la seguridad alimentaria.
En Paraguay, la tendencia es exactamente la misma
Ante todo, lo expuesto más arriba, el contexto en Paraguay no es la excepción a la regla. El año 2020 se convirtió en uno de los peores años en lo que a incendios forestales se refiere, lo cual también es consecuencia directa de una de las peores sequías a nivel regional, que también llevó a tener bajadas históricas en el Río Paraná, pero por sobre todo en el Río Paraguay.
Como bien se informa en el reportaje “los incendios que no se investigan” de “El surtidor”, el 2020 tuvo picos históricos de “focos de calor” y ninguno de los responsables directos de esta terrible problemática ha sido aún identificado e investigado adecuadamente por la justicia.
https://public.wmo.int/es/media/comunicados-de-prensa/los-indicadores-empeoraron-y-los-impactos-del-cambio-clim%C3%A1tico-se
https://media.ifrc.org/ifrc/wp-content/uploads/2020/11/20201116_WorldDisasters_Full.pdf
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