Asunción 25 de junio de 2018 (BASE-IS) Beatriz Rivarola es Coordinadora General de la Organización de Mujeres Rurales e Indígenas, pertenece a la comunidad Tekojoja, del distrito de Yasy Cañy (Canindeyú) y formó parte de la presentación de la propuesta de Reforma Agraria planteada por diversas organizaciones campesinas integrantes de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo – Vía Campesina. Beatriz conversó con BASE-IS y nos dejó la mirada de los pueblos indígenas sobre la Reforma Agraria.
Son un poco más de cien mil indígenas los que habitan el territorio que hoy denominamos Paraguay, están divididos en 20 pueblos y más de setecientas comunidades, la mayoría de ellas pertenecen a áreas rurales, aunque muchas se han visto forzadas a migrar a zonas urbanas. La realidad de los pueblos indígenas se cruza con la de las comunidades campesinas en la expulsión y abandono que sufren en medio del avance de un modelo de agronegocios que prácticamente se ha devorado todo a su paso, por eso para los pueblos originarios un cambio en la estructura agraria del país es fundamental, y reclaman ser tenidos en cuenta al momento de pensar en la Reforma Agraria “Para nosotros también es importante la reforma agraria, nunca se trató ni se comentó con nosotros este tema, solo mediante las organizaciones campesinas e indígenas pudimos ver la importancia de la reforma agraria y la necesidad que tenemos de ser tomados en cuenta como pueblos originarios. La reforma agraria es muy importante para los campesinos y los indígenas y para todo el país en general” señala Beatriz
Según cuenta la lideresa, en el campo las comunidades indígenas sufren los achaques del “desarrollo agrario” impuesto por las grandes transnacionales de la soja y apoyado por el propio estado, “las comunidades indígenas son las principales afectadas por el avance del modelo de agronegocios, porque contaminan nuestras aguas y nuestros territorios, y así también entran por la fuerza en nuestras comunidades, nos desalojan para instalar sus cultivos, nos afecta mucho no solo a los campesinos sino a los indígenas principalmente” cuenta Beatriz y nos acerca a su realidad contando que por su modo de vida comunitario, cuando un integrante de su pueblo es afectado por esta situación la comunidad entera se siente golpeada.
Al igual que lo hacen los campesinos y campesinas, los pueblos indígenas reclaman que se recuperen las tierras que ancestralmente les pertenecen y que les fueron arrebatadas por la violencia del modelo agroexportador “Nosotros y nosotras también pedimos que se recuperen las tierras para sus dueños legítimos, en particular para los pueblos indígenas, porque nosotros somos los dueños de estas tierras, estábamos aquí, no vinimos a instalarnos en estos territorios, si no que estábamos aquí antes de que este país exista como tal. Que se recuperen las tierras para indígenas y campesinos” concluye Beatriz recordando a su comunidad del pueblo ava guaraní, que resiste en medio de sojales en Canindeyú, al noreste del país.
La recuperación de sus territorios es fundamental para los indígenas, sin embargo el agronegocio ha dejado secuelas difíciles de enmendar al menos a corto plazo. Los bosques se han acabado lo que significa una transformación profunda de la vida indígena, ya no pueden vivir de la recolección sino que deben producir sus propios alimentos y además generar ingresos económicos que les permitan paliar otras necesidades, por eso agregan que necesitan de una reforma agraria donde los pueblos indígenas sean reconocidos y apoyados como productores agrícolas “no hay en ningún lugar del Estado un reconocimiento a nuestro trabajo como productores por eso no hay apoyo a nuestra producción, solo se nos reconoce como recolectores pero ahora ya no tenemos de donde recolectar, ya no tenemos montes ¿dónde vamos a ir a buscar para nuestros alimentos?” se pregunta Beatriz para responderse inmediatamente “ahora antes de que nuestros pueblos busquen sus alimentos en los bosques vienen a las ciudades para mendigar y ver cómo sobrevivir y por eso muchos hermanos indígenas ahora viven en las calles pidiendo algo para comer, porque ya no hay bosques de donde abastecerse en su territorios” concluye, dejando ver la tristeza que produce esta situación.
Sin embargo, los pueblos originarios no están dispuestos a rendirse, quieren ser tenidos en cuenta para seguir produciendo y apuestan a un modelo productivo sustentable y en armonía con la naturaleza “Los que quedan en la comunidad tienen sus chacras en sus casas para nuestro auto sustento y queremos producir para renta también, por eso necesitamos apoyo” resalta Beatriz y agrega que la función de los pueblos indígenas como productores será también la de proteger y recuperar la vida de los territorios, mediante la agroecología, sin el uso de venenos y sin transgénicos.
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