El infortunio se enamoró del Paraguay, había dicho lacónicamente Roa Bastos. Fue benévolo. Es más cercano a la realidad decir que una banda de inmorales e insaciables acaparadores, autodenominados productores, se han apoderado del Paraguay, de su tierra, sus autoridades y sus leyes. Su lema parece ser »Todo para nosotros, nada para el resto». Y con esa idea en la cabeza, avanzan atropellando a quién se ponga en su camino, quitándolo del medio como sea (cualquier duda sobre esto, consultar con Fernando Lugo, aunque si esto no es posible, pueden recurrir a Alberto Alderete, ex presidente del Indert). La corporación sojera, cuyos rostros más visibles últimamente son los Héctor Cristaldo, Ramón Sánchez y Manuel Ferreira Brusquetti, y cuyos financiadores invisibles son las corporaciones transnacionales y los grandes terratenientes, va por todo, literalmente.
Quieren el campo, las tierras, para expandir sus cultivos mecanizados. Su proyecto económico es duplicar en pocos años la actual superfice de soja, pasando de 3 a 6 millones de Has, como lo había adelantado el año pasado el líder de negocios internacionales de Monsanto, Jesús Madrazo2. Para ellos, no es imposible: ya lo han hecho. En el 2003 tenían en nuestro país 1,5 millones de Has de soja, hoy tienen 3,1 millones, la duplicaron en solo 10 años. ¿Cómo lo han hecho? Sencillamente a partir de las descomunales ganancias que han tenido con la soja transgénica, y la generosidad para con ellos del Estado paraguayo, que no les ha cobrado prácticamente impuestos, ni les ha multado por deforestar y contaminar con su arsenal de agrotóxicos. En esta última década de expansión sojera, la expulsión de campesinos y campesinas hacia los pobreríos semiurbanos alcanzó a 900 mil hombres y mujeres del campo3, que despueblan el campo para que se pueble con las viejas (soja RR) y las nuevas variedades de cultivos transgénicos (maíz VTTriplePro, algodón BTRR, soja Intacta, etc), gentileza del autocondecorado Federico Franco, justa retribución para quienes en momentos álgidos le habían dado su total apoyo.
Pero en el campo aún resisten más del millón de campesinos, campesinas e indígenas, que se niegan a dejar de ser lo que siempre fueron: gente del campo, unida a la tierra, cual árbol robusto, que con sus raíces abraza y se aferra a la tierra, que lo nutre y le permite ser, y crecer. Ellos saben que sin la tierra, en los contornos de las ciudades, ya no serán ellos, serán otros y otras, desarraigados de su historia y de su cultura centenaria, sana y diversa. El campesinado, que a pesar de su pobreza y el abandono del Estado resiste en sus chacras, es un obstáculo para la corporación sojera, que debe ser removido, desplazado. A muchos les han comprado o quitado sus tierras, legal e ilegalmente, pero no todos están dispuestos a venderlas, por lo que deben ver otros métodos. Quizá profundizar el abandono estatal.
Ferreira y la UGP en la consecución de sus objetivos son ingeniosos. Para evitar pagar el impuesto a la exportación de soja, han inventado el IRAGRO, que es la modificación del actual IMAGRO (impuesto a la renta agropecuaria). Cambiar algo, pagar un poquito más, para acallar las críticas hacia el sector, y así archivar de una vez ese temido impuesto a la exportación (que tan buenos resultados ha tenido en Argentina: altos ingresos al fisco, e igualmente cosecha récord de soja en el 2013).
Pero cuidado, que ese poquito más de impuestos no vaya a asistir a los asentamientos campesinos, beneficiarios por ley del Estatuto Agrario y del Indert. Actualmente, los recursos obtenidos con el IMAGRO deben ser transferidos al Indert, según la Ley 2419/04 que crea el Indert, así como el 5% de los royalties, para ser invertidos en apoyar la agricultura familiar campesina.
Entonces, el proyecto de ley elaborado conjuntamente entre la UGP y el Ministerio de Hacienda sobre al creación del IRAGRO, aprobado el 18 de junio por la Cámara de Diputados (y que debe ser tratado por el Senado), se anticipó a esto, y deslizó disimuladamente el artículo 13, que textualmente reza lo siguiente:
Artículo. 13.- Derógase lo establecido en los incisos f) y g) del Artículo 27 y a) y b) del Artículo 35 de la Ley Nº 2419/04 QUE CREA EL INSTITUTO NACIONAL DE DESARROLLO RURAL Y DE LA TIERRA (INDERT).
Nada más que eso. Probablemente muy pocos de los diputados se habrán preocupado de enterarse a qué se refería este artículo. Con los Senadores puede pasar algo similar, por lo cual le facilitamos los artículos de la carta orgánica del Indert mencionados, el primero referente a las fuentes de recursos del Indert, y el segundo al financiamiento del Fondo de Inversiones Rurales para el Desarrollo Sostenbible (FIDES).
Artículo 27. Del Patrimonio y Fuentes de Recursos.
El patrimonio del Instituto y sus fuentes de recursos estarán constituidos por: (
)
f) los recursos provenientes de la aplicación del Impuesto a las Rentas de las Actividades Agropecuarias o IMAGRO, Ley No 125/91, o aquel impuesto que lo sustituya;
g) el cinco por ciento de los Royalties establecidos en el Artículo 1° Inciso a, de la Ley No 1309/98 Que establece la distribución y depósito de parte de los denominados Royalties y Compensaciones en razón del Territorio Inundado a los gobiernos departamentales y municipales;
Artículo 35. Recursos.
Aféctase como recursos del FIDES, a las siguientes fuentes de financiamiento, previstas en el Artículo 27 de la presente Ley;
a) el ochenta por ciento de los recursos provenientes de la aplicación del Impuesto a las Rentas de las Actividades Agropecuarias o IMAGRO o impuesto que lo sustituya, recursos que deberán hacerse disponible al Instituto por vía presupuestaria en forma anual;
b) el total del cinco por ciento de los Royalties previstos en el Artículo 27, Inc.g), de la presente Ley.
Silenciosamente, dejan al Indert sin estas dos fuentes de financiamiento. Para esta institución encargada de hacer posible el acceso a la tierra y el arraigo de la población campesina en sus comunidades rurales, los recursos provenientes del IMAGRO más los Royalties equivalen a aproximadamente al 30% de su presupuesto total, y la mayor parte de su presupuesto destinado a inversiones. Sin esos recursos, el Indert (que dicho sea de paso es una de las instituciones más corruptas e ineficientes del Estado, lo cual es urgente corregir) será un cascarón vacío, sin nada que ofrecer a las poblaciones campesinas.
Para Ferreira y la UGP es una jugada de ajedrez. Retocar el Imagro para seguir pagando proporcionalmente a sus ganancias casi nada, y de paso, dar una estocada mortal a la agricultura campesina que, ya pobre y presionada por el avance sojero, y ahora con menos recursos estatales, terminará entregando sus tierras y su identidad, en el altar del dios dinero, que hoy está vestido de soja.
FUENTES:
2www.abc.com.py/edicion-impresa/economia/paraguay-tiene-potencial-agricola-para-agregar-8-puntos-al-pib-al-ano-444062.html 29 de agosto de 2012
3http://www.ultimahora.com/soja-expulso-900-mil-campesinos-10-anos-segun-estudio-rural-n710542.html
Luis Rojas Villagra, economista de BASE IS y la SEPPY