Más de 800 millones de personas pasan hambre a nivel mundial.

Asunción 23 de julio 2019 (BASE-IS) Según el último informe conjunto de Naciones Unidas, El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2019 (SOFI, por sus siglas en inglés) 820 millones de personas en todo el mundo padecen hambre. Si bien la tendencia durante la última década fue la disminución de las cifras de personas con hambre a nivel global, desde el año 2015 esta disminución se ha estancado y si bien el porcentaje de la población mundial subalimentada se mantiene en torno al 11%, la cantidad de personas con hambre ha aumentado lentamente desde entonces.

Este año el informe relaciona las crisis o desaceleraciones económicas que sufren los países a escala global “de los 65 países donde han sido más intensas las repercusiones adversas de las desaceleraciones y debilitamientos de la economía en la seguridad alimentaria

y la nutrición, 52 dependen en gran medida de las exportaciones o importaciones de productos básicos primarios” indica las Naciones Unidas.

En Paraguay, uno de los países cuya economía sufre una desaceleración según el informe, unas 700 mil personas padecen hambre. El país es es calificado como altamente dependiente de la exportación de materias primas, principalmente granos y carne, lo que lleva a cuestionar el modelo económico basado en la dependencia de la agroexportación y la incapacidad del modelo de agronegocios para satisfacer las necesidades alimentarias de la población.

Según indica el informe respecto a América Latina “el aumento en el hambre está estrechamente relacionado con la desaceleración económica general de la región. Las caídas en los precios de los productos básicos desde 2011 llevaron a un deterioro en las finanzas públicas de muchos países dependientes de la exportación de productos básicos en América Latina y el Caribe”.

Con respecto a las posibles soluciones al flagelo del hambre las agencias de Naciones Unidas señalan que “con el fin de proteger la seguridad alimentaria y la nutrición, resulta fundamental disponer de políticas económicas y sociales que combatan los efectos de los ciclos económicos adversos cuando estos llegan, evitando al mismo tiempo a toda costa los recortes en servicios esenciales como la asistencia sanitaria y la educación” y resaltan que a largo plazo esto solo será posible impulsando una transformación estructural a favor de los pobres e inclusiva, especialmente en países que dependen en gran medida del comercio de productos básicos primarios.

Según la Organización ETC, dedicada a la investigación del impacto de las tecnologías emergentes y las estrategias corporativas sobre la biodiversidad, la agricultura y los derechos humanos, el fortalecimiento de la agricultura campesina es la clave para acabar con el flagelo del hambre; cifras publicadas por la organización indican que la agricultura familiar campesina produce el 70% de los alimentos que consumimos, utilizando solo el 30% de los recursos disponibles.

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