La trata de personas es un problema sin visibilidad en las comunidades campesinas e indígenas, lo que constituye un negocio de pocos que nos desafía a todos.
El 14 de julio, en algunos medios de prensa, se publicó un caso de explotación de niñas indígenas del Chaco (como por ejemplo en el Última Hora Digital).
En la ocasión, realizamos la siguiente reflexión:
Es preciso estar cada vez más atentos ante el flagelo de la explotación sexual comercial, la explotación laboral, la servidumbre doméstica y el comercio de niños y niñas.
La trata de personas es un delito que tiene como principales víctimas a personas de sectores vulnerabilizados en sus derechos, en particular cada vez más, a la población indígena, que inmersa en situaciones de desigualdad y abandono, fácilmente escucha y accede a promesas de una mejora de vida hecha por personas inescrupulosas.
Las mujeres, más aún cuando son niñas y no hablan español, son muy proclives a ser engañadas. En este caso, se trató de niñas indígenas totalmente indefensas (que por razones de feria judicial en Argentina, todavía no han logrado retornar). En efecto, las jóvenes, niñas y adultas mujeres, al ser traficadas, una vez en el lugar de destino, ya se topan con un entorno desconocido, no cuentan con posibilidades de contacto familiar, ningún tipo de soporte, lo cual las coloca en una situación de desamparo total. Esta vez, el accionar de ambos Estados estuvo de su lado ¿pero, y el resto de casos denunciados y no denunciados? ¿y la trata interna de mujeres indígenas?
FOTO: La trata de personas es un delito que tiene como principales víctimas a personas de sectores vulnerabilizados en sus derechos, en particular cada vez más, a la población indígena. Fuente: Archivo BASE-IS