En el encuentro de ayer de la Federación Nacional Campesina (FNC) sobre las perspectivas del algodón nacional, lo planteó el ingeniero agrónomo Víctor Benítez. Antes recordó la ilegalidad de la liberación comercial del algodón Bolgard de la Monsanto y sugirió recuperar las tierras ubicadas en la Zona de Seguridad Fronteriza, para redistribuirlas a las familias campesinas.
Benítez participó como panelista del evento donde se debatió sobre la situación actual de la producción de algodón y el impacto que traerá la entrada del cultivo transgénico al país. El técnico habló de las razones por las cuales se debería rechazar al uso de las semillas transgénicas BT Bollgard.
Se explayó sobre la forma ilegal en que se aprobó el ingreso del cultivo en Paraguay, cuando el Ministerio de Agricultura y Ganadería sobrepasó sobre los ministerios de Salud y Medio Ambiente, forzando el proceso sin antes contar con estudios de impacto ambiental e inocuidad hacia la salud humana.
Mencionó la ineficiencia de esta semilla para combatir plagas locales como el picudo, su precio hasta cuatro veces más, la dependencia a las patentes de la empresa Monsanto, la incompatibilidad de dicha tecnología con la producción campesina y la contaminación genética sobre las especies nativas de algodón, como se registró en Colombia.
Sobre el rendimiento de los cultivos, dijo que no se puede hacer una comparación entre cultivos campesinos y los mecanizados, puesto que casi siempre éstos últimos acaparan las mejores tierras. Y que justamente las zonas más fértiles son las ubicadas en la Zona de Seguridad Fronteriza. Por eso, sugirió que un paso importante debe ser la recuperación de esas tierras y su re-distribución a la poducción familiar campesina. Hay que reclamar nuestra soberanía sobre las mejores tierras, dijo.
Señaló que a diferencia de la soja, con los cultivos transgénicos de algodón y maíz existe el riesgo de contaminación genética de las especies nativas locales. Hay que convivir con la soja, pero no permitir que entre el algodón ni el maíz transgénico. No nos hace falta, señaló durante su intervención, y luego subrayó la necesidad de que los productores de soja cumplan las leyes ambientales y sociales y que paguen impuestos de por lo menos el 10% en retenciones y que lo recaudado se destine a la agricultura familiar.
FOTO: Revista Biodiversidad