Asunción, 6 de octubre 2022 (BASE-IS) La mascota de los Juegos ODESUR que se desarrollan por primera vez en Paraguay, reuniendo a atletas de toda la región, ha logrado cautivar al público paraguayo, la magia del simpático personaje hace propicia la oportunidad para concienciar sobre la fauna amenazada por la destrucción de los ecosistemas a causa del avance del extractivismo.
Según la Guía para la identificación de mamíferos medianos y grandes del Chaco Seco Tiríka es un gato montes, un felino pequeño, del tamaño de un gato doméstico, que en promedio mide 86 cm de largo. Es una especie terrestre y trepadora. Habita bosques tropicales, bosques xerófitos, matorrales y ambientes antropizados. Es solitaria. Se alimenta de pequeños mamíferos, aves, reptiles y anfibios. Cada camada se compone de una a dos crías
La última evaluación de la Lista Roja de Especies Amenazadas, realizada en 2014, definió su estado como de “preocupación menor” y con un crecimiento de su población estable. Sin embargo, las graves amenazas al ecosistema chaqueño, donde habita especialmente, ponen en riesgo a esta especie y a muchas otras.
La bióloga Nora Neris señala que “Paraguay posee una importante biodiversidad; a pesar de que su conocimiento aún es exiguo se calcula que existen alrededor de 6.500 especies de plantas, 100.000 especies de invertebrados, 350 especies de peces, anfibios 85 especies, reptiles 178 especies, 716 de aves y 182 especies de mamíferos”. La profesional añade que “una parte de esta inusitada biodiversidad está representada en la región chaqueña del territorio paraguayo con características especiales, producto de procesos evolutivos de millones de años, adaptación a condiciones climáticas extremas, a la complejidad en las interacciones entre las especies y entre éstas con el ambiente”.
Respecto al Chaco paraguayo, la bióloga explicó, en un artículo para Con la Soja al Cuello, que el chaco paraguayo ecológicamente posee un bajo estado de conservación y posibilidades de sostenibilidad a mediano y largo plazo, debido a que es sujeto de una alta conversión de los ecosistemas, principalmente a pasturas para ganadería y cultivos agrícolas intensivos sin considerar la fragilidad de este ambiente; y una alta degradación y modificación de los ecosistemas a causa de prospecciones petrolíferas, transformación de los espartillares (pastizales) a campos de cultivos, lo que disminuye de esta manera la diversidad de ambientes naturales y la capacidad de resiliencia de los ecosistemas para mantener poblaciones silvestres saludables.
“En ambientes tan frágiles como el chaqueño, se puede inferir que los cambios en el uso del suelo –ya sea por deforestación para ganadería, extracción de rollos u otras actividades agrícolas intensivas– producen dos efectos altamente negativos para el ecosistema y los pueblos originarios: a) la disminución de la biomasa de vegetación, alimento de los herbívoros, incidiendo en el tamaño de sus poblaciones y por consiguiente en la producción de carne silvestre en desmedro de la alimentación y de la calidad vida de las poblaciones humanas chaqueñas y, b) el empobrecimiento de los procesos ecológicos, entre ellos la dispersión-renovación del bosque, por lo que en casos severos puede llevar a acelerar los mecanismos de desertificación del suelo con la desaparición de los bienes y servicios de la naturaleza
Según datos publicados entre 2010 y 2019, la parte paraguaya del bioma del Chaco perdió 2,4 millones de hectáreas de vegetación nativa, «debido en gran parte a la expansión de los campos de pastoreo», además debe sumarse el avance de grandes obras viales y de cultivos extensivos de soja y otros rubros que se encuentran en desarrollo en el territorio chaqueño. Esto amenaza gravemente a la fauna y la flora del Chaco.
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