Violencia de fuerzas conservadoras está en concordancia con un modelo productivo que privilegia intereses de las corporaciones

Asunción 30 de marzo 2021 (BASE-IS) El libro América Latina en perspectiva: Análisis de la escala del autoritarismo y neoliberalismo en la agricultura del siglo XXI recoge una serie de artículos que analizan la situación de la región, y de los países que la componen, focalizándose en cómo se expresa el avance de los sectores de derecha y neoliberales en las políticas agrarias aplicadas en los territorios. En Paraguay, el modelo extractivista favorece a los intereses de las corporaciones y tiene su principal gestor, hasta el momento, en el Partido Colorado según señala la publicación.

El avance de una “nueva derecha” en América Latina caracterizada por sus posturas ultra conservadoras y neoliberales se entrelaza con el avance del modelo extractivista y del agronegocio en los campos de la región, y al mismo tiempo que generan resistencias populares desde los movimientos sociales, estos fenómenos que pueden aparecer a simple vista como disociados están fuertemente ligados entre sí según señalan los compiladores del material.

Abel Irala y Marielle Palau, investigadores de BASE-IS, formaron parte de la elaboración del libro focalizando la mirada sobre Paraguay, al respecto realizan un breve recorrido de análisis sobre la historia reciente del país puntualizando los vínculos entre los actores gubernamentales y las políticas agrarias.

“El extractivismo -altamente cuestionado por sus resultados nefastos- ha conseguido avanzar en el Paraguay. Cada vez existe mayor concentración de tierra, la soja como monocultivo se ha extendido a varias regiones del país, en muchas de ellas sobre territorio campesino e indígena, ha aumentado el uso de agroquímicos y se han aprobado eventos transgénicos; concomitantemente se va rediseñando un proyecto conservador y violento que le permite al modelo productivo poder sobrevivir en medio de tantas desigualdades” señalan los autores.

Respecto a la actualidad indican que “cada vez va siendo más explícita la alianza entre sectores fundamentalistas religiosos, actores del agronegocio y exponentes de la ultra derecha, una tríada que actúa al unísono con ataques que van dirigidos a quienes evidencian las consecuencias del agronegocio, al movimiento feminista y cualquiera que plantee la profundización de derechos. Se va evidenciando la instalación de un contexto de polarización, que le permite habilitar un lenguaje más conservador y violento”.

La dinámica política y de la producción agrícola, entrelazadas entre sí, dejan en claro un proceso en el cual los intereses del gran capital corporativo del agronegocio han ido ganando terreno a costa del bienestar de la población paraguaya y particularmente contra el campesinado. A futuro, la apuesta de estos grandes capitales busca dar continuidad y profundizar un proyecto en el que puedan converger capitalismo extractivo, autoritarismo y el orden colonial y patriarcal.

Los autores concluyen señalando que la violencia de las fuerzas conservadoras está en concordancia política con un modelo productivo que privilegia los intereses de las corporaciones, los intereses del gran capital, a costa de derechos básicos de las poblaciones y de la naturaleza. “Con el discurso anclado en el progreso -ese mismo al que Alfredo Stroessner tenía como lema- y valores del fundamentalismo religioso, se pretende subordinar las dinámicas sociales, políticas y económicas, las que son confrontadas por comunidades, organizaciones y colectivos tanto urbanos como rurales del campo popular, quienes pujan por ampliar los límites de esta democracia puramente formal”.

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